La Consejería de Hacienda, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía ha hecho público un informe que pone de manifiesto que la deuda pública Andaluza es prácticamente la mitad de la media de las comunidades autónomas españolas y cinco veces inferior a la media de endeudamiento de los landers alemanes.
Desde luego hay que felicitar la oportunidad del informe, pues pone de manifiesto a las claras que la presión sobre el déficit español es debida esencialmente a los intereses de la todo poderosa banca alemana que tiene su brazo armado político en la CDU al mando de Ángela Merkel.
Lo lamentable de todo esto es que, si se hubiesen celebrado elecciones en Alemania, la CDU habría perdido las elecciones a manos del SPD-Verdes. Da que pensar. Ya conocemos el viejo truco de buscar enemigos externos con el fin de justificar y desviar la atención sobre los problemas internos. Rajoy lo está preparando, peligrosamente, poniendo en el centro de su política exterior a Ceuta y Melilla (recuerden Perejil).
Loa chivos expiatorios de Merkel se han buscado en Portugal, Irlanda, Grecia y España, los llamados PIGS por la fanfarrona prensa neoliberal británica, tras los cuales llegará Italia. Esto le ha permitido externalizar su desgaste y lo que es más importante desde el punto de vista electoral (las elecciones alemanas se celebrarán en 2013), situar como marco del debate a “los vagos del sur”. Ganado el marco es más fácil ganar las elecciones. Tal es así que recientemente en el Bundestag hasta el SPD y Los Verdes alemanes (en un error que considero histórico) votaron a favor del rescate a la banca española por la vía del endeudamiento público, con todas las dañinas consecuencias para la población civil.
Bien es verdad que la capacidad de endeudamiento depende de la capacidad de ingreso (es decir, de la capacidad de poder pagar), y que la productividad española y andaluza está por los suelos debido a la caída desde 2007 del sector de la construcción, que no fue afrontada con reformas estructurales porque el gobierno socialista de Zapatero ignoró la gravedad de lo que estaba ocurriendo y de lo que se nos venía encima, y el gobierno andaluz estaba todavía dormido en los laureles de la Andalucía Imparable.
Pero esto no es motivo para que el gobierno centralista del Partido Popular intente castigar a Andalucía (hubiese sido más castigada si gana aquí el pasado 25M), limitando los presupuestos autonómicos para ahogar la capacidad de autogobierno, dañar la educación, la sanidad y los servicios sociales públicos andaluces, y tener la coartada perfecta para regresar a la posición de partida que supuso el 28 de febrero de 1981.
No lo va a conseguir porque las y los andaluces no lo vamos a consentir. Los tambores de guerra resuenan en la calle (los sindicatos de clase lograron una gran movilización social el 19J), y se están golpeando ya desde las filas de IU y PSOE-A. Pero ocurre que para que el sonido del tan-tan sea creíble el co-gobierno andaluz debe activar todos los resortes para generar esperanza de cambio real. Lo primero es la batalla por elevar el techo de endeudamiento, después activar todos los resortes de la posible fiscalidad ecológica o ecosocial andaluza para cambiar el modelo productivo, lo tercero es generar un frente de alianzas de toda la izquierda europeísta del sur que fuerce a la del norte a cambiar el marco de debate en sus respectivos países y permita avanzar hacia una Europa federal y política.
Para esto sería importante que el PSOE, que tiene un problema con Rubalcaba, se dejase de medias tintas, y en lugar de tender de vez en vez la mano al PP en materia económica (mezclándose directamente o indirectamente con las acciones reaccionarias de Gallardón, Wert o Báñez)), decidiera tender puentes con la España federalista y plural y con el resto de la izquierda y la socialdemocracia europea.
Porque cada vez está más claro quienes son los cerdos: la troika (FMI, BCE y Comisión Europea), la derecha Alemana, el gobierno nacionalcatólico de Rajoy y el coro ultra de UPyD.
