El grupo constitucionalista prefiere que la soberanía resida en el gobierno de Gran Coalición de Merkel (vamos, como si aquí gobernaran juntos Populares y Socialistas).
El grupo constitucionalista español, que no tiene empacho en ponerse de acuerdo en reformar la Constitución para garantizar el pago de miles de millones ilegítimos a la banca acreedora, le parece patriótico que la soberanía española resida en la Troika o en el Bundestag alemán.
Yo no estoy con Mas ni con Esquerra, no es eso, pero es evidente que Cataluña existe como Pueblo, esto es, como comunidad con identidad política propia, es lo que se viene llamando nación. Y los pueblos deben poder decidir en libertad, con debates democráticos amplios y plurales, lo que desean. Es tan sencillo como eso.
Andalucía, sin lengua propia también tiene una fuerte identidad política. Es tan fuerte que no requiere ni lengua propia. Es una identidad mestiza y trascendente.
En Andalucía tampoco podemos decidir, en el actual marco constitucional, sobre derechos laborales, política agraria y pesquera, educación, derecho a la vivienda, sanidad, política energética, empleo público, mercado interior, estructura, poder y competencias municipales, políticas de comunicaciones y movilidad, déficit, y un largo etcétera. Se manifiesta a diario porque cuando nuestro gobierno decide, con cualquier atisbo de legislación progresista, e incluso no progresistas como el caso de la reapertura de Aznalcóllar, es inmediatamente amenazado y recurrido ante el TC por el centralismo del PP, y surge una campaña feroz de la carcundia mediática
Cuando el gobierno andaluz dice, “nos asfixian”, es literal, “nos asfixian” y quieren mantener una estructura económico política que perpetúe el proceso histórico que decidió situar a Andalucía como el territorio desigual.
Por eso no entiendo la escasísima beligerancia de los movimientos políticos, sociales, ecologistas y sindicales andaluces demandando nuestro derecho a decidir, si no así, a lo grande, al menos en las cuestiones concretas (derechos laborales, política energética, educación...). Hay excepciones.
Yo no me sentiré un ápice español, mientras no pueda decir que soy Andaluz y ciudadano de la República Federal de España (Y si Portugal quiere, pues República Ibérica”). Juntos sí, pero queriendo, y en justicia, equidad y solidaridad.
Yo no estoy con Mas ni con Esquerra, no es eso, pero es evidente que Cataluña existe como Pueblo, esto es, como comunidad con identidad política propia, es lo que se viene llamando nación. Y los pueblos deben poder decidir en libertad, con debates democráticos amplios y plurales, lo que desean. Es tan sencillo como eso.
Andalucía, sin lengua propia también tiene una fuerte identidad política. Es tan fuerte que no requiere ni lengua propia. Es una identidad mestiza y trascendente.
En Andalucía tampoco podemos decidir, en el actual marco constitucional, sobre derechos laborales, política agraria y pesquera, educación, derecho a la vivienda, sanidad, política energética, empleo público, mercado interior, estructura, poder y competencias municipales, políticas de comunicaciones y movilidad, déficit, y un largo etcétera. Se manifiesta a diario porque cuando nuestro gobierno decide, con cualquier atisbo de legislación progresista, e incluso no progresistas como el caso de la reapertura de Aznalcóllar, es inmediatamente amenazado y recurrido ante el TC por el centralismo del PP, y surge una campaña feroz de la carcundia mediática
Cuando el gobierno andaluz dice, “nos asfixian”, es literal, “nos asfixian” y quieren mantener una estructura económico política que perpetúe el proceso histórico que decidió situar a Andalucía como el territorio desigual.
Por eso no entiendo la escasísima beligerancia de los movimientos políticos, sociales, ecologistas y sindicales andaluces demandando nuestro derecho a decidir, si no así, a lo grande, al menos en las cuestiones concretas (derechos laborales, política energética, educación...). Hay excepciones.
Yo no me sentiré un ápice español, mientras no pueda decir que soy Andaluz y ciudadano de la República Federal de España (Y si Portugal quiere, pues República Ibérica”). Juntos sí, pero queriendo, y en justicia, equidad y solidaridad.