Quien manda ordena, esto es, establece un orden determinado y no otro de entre la infinitud posible, y posee la fuerza para hacerlo. Dispone de los mecanismos de coerción.
En cuestiones de poder el orden altera la forma del producto social.
En muchísimas ocasiones he vivido conversaciones en las que por parte de nuevos sectores potencialmente emergentes, que supondrían un cambio en el modelo productivo hacía la equidad social, la justicia y la ecología, y por parte de cierto asociacionismo de causa, se defiende la no politización de las causas que les/nos afectan.
El argumento central de este modo de antipolítica, muy común en España, se basa en que si algo es bueno, el sentido común hará que se imponga por sí mismo el criterio de bondad económica, social o ecológica. Falso.
El ejemplo más evidente que estamos viviendo en España es el relativo a la obstrucción de las tecnologías energéticas renovables para que no se desarrollen a escala masiva. Tengamos en cuenta que para transformar el modelo productivo la energía es el vector de cambio trascendental.
La noticia que comparto describe un apretón de tuerca más para evitar el desarrollo de las energías renovables en España mediante una actuación, una vez más, centralista.
A nadie se le escapa que Andalucía es una comunidad política a la que estas medidas le afectan de manera singular.
Ahora díganme si no es importante quien manda y desde donde.