Las derechas ultra y las ultraderechas, con Felipe González líder, el gobierno de Isabel Ayuso fuerza de choque y el gobierno andaluz comparsa, están que trinan. Los acuerdos del gobierno de coalición con Bildu y ERC para aprobar los PGE, que incluyen la armonización fiscal para evitar la política de paraíso de las grandes fortunas que ejerce el gobierno de la comunidad de Madrid, les enervan.
Para las izquierdas, los nacionalismos de los pueblos nación y la España vaciada, limitar la fuerza extractiva de Madrid es prioridad. El empresariado productivo con raíces fuera de la capital deber ver que limitar el centralismo (federalizar España) es la manera de no ser subalterno de los tiburones que navegan en el IBEX, para los que la concentración del poder político es una bendición que simplifica la interlocución para defender sus intereses.
No será suficiente erradicar el dumping fiscal, hay que analizar lo que Madrid recauda pero extrae del resto de España con su altísima concentración de domicilios fiscales. La edición del BOE produce un efecto centrípeto. Que ERC apoye los presupuestos tras pactar la armonización fiscal para limitar el dumping es trascendente. Fue una reivindicación del parlamento andaluz, menos Ciudadanos, en la pasada legislatura, con el apoyo del actual presidente Moreno Bonilla. Es una reivindicación del gobierno valenciano, una necesidad de todas las comunidades autónomas y del pueblo madrileño que sufre igual el expolio de lo público.
Parece que ERC entra en inflexión, del "España nos roba" a que no roben los ricos. Si Bildu aprieta para derogar la reforma laboral y ERC para la justicia fiscal, son evidentemente aliados naturales de un gobierno progresista y de izquierdas. Bajo la acusación de la derecha, y de las posiciones ultras de todos los que piensan como Felipe González, de que los acuerdos con Bildu y ERC preparan el desguace de España, está el interés de mantener España como propiedad de unos pocos en vez de España como posibilidad de vida justa en común.
El papel de Unidas Podemos, su capacidad de influencia en los PGE, reconociendo la España plurinacional para sumar mayorías parlamentarias que beneficien a los pueblos, se sientan nación o no, se demuestra determinante. No quieren verlo agentes menores que, escorados sobre la margen izquierda, agarran causas "nacionalistas" e insisten, quejicas, en el todo o nada de sus demandas, invirtiendo en inutilidad bajo los paraguas de la santa pureza y la sagrada coherencia.