lunes, 31 de julio de 2023

Sumar no suma, Podemos vive

 Yolanda Díaz, la candidata de Sumar.

Los números electorales son datos que hay que interpretar en función de la historia, los contextos, los acontecimientos y las expectativas. Comparar los resultados de Sumar con los de Unidas Podemos solo puede hacerse reconociendo el valor de las contingencias. Otra cosa sería comulgar con aquello que en 'Amanece que no es poco' decían los lugareños a su alcalde “alcalde todos somos contingentes, pero tú eres necesario”. Sumar no era imprescindible, la unidad de la izquierda existía, se llamaba Unidas Podemos. 

Sumar es la construcción política de un proyecto electoral pensado por Yolanda Díaz, el PCE y la antigua ICV (ahora Los Comunes). La dimisión de Pablo Iglesias de la Secretaría General de Podemos, provocó de urgencia que designara a una de las figuras con mejor imagen del espacio electoral de cambio, la ministra de trabajo Yolanda Díaz, después vicepresidenta segunda del gobierno en sustitución del propio Pablo Iglesias, para liderar el espacio de unidad con el objetivo de hacerlo crecer. Iglesias había dicho: “ya no sumo, me han convertido en un chivo expiatorio.” La misión de Díaz era de ampliar el espacio electoral, no reducirlo.

Bajo la búsqueda obsesiva de una nueva unidad vestida de proceso de escucha y construcción programática participada, estaba una nueva apuesta estratégica basada en la aproximación a las posiciones del PSOE, para lo cual era precisa la sustitución del peso de Podemos por los pesos futuribles de IU, Compromís y Más Madrid, fuerzas políticas que pensaron en momentos críticos con mucho presíng mediático, dejar pasar a Pedro Sánchez para que gobernase en solitario (incluso con Ciudadanos). Se trataba de reducir la voz reivindicativa de impugnación de los acuerdos del régimen del 78, para evitar los ataques mediáticos indiscriminados y, así, hacer crecer el espacio de representación de la izquierda. Lo que ocurre es que esa estrategia está indefectiblemente subordinada a la aceptación de los límites del PSOE y no a la acción para el logro de políticas de izquierda, ecologistas, feministas y plurinacionales.

La alianza táctica/estratégica de Yolanda Díaz con el PCE, la antigua ICV, Más Madrid y Compromís ha logrado el objetivo estructural que podríamos resumir en un “quítate tú para ponerme yo”. El motor Podemos vive en boxes. Los éxitos de Sumar están por ver. Lo cierto es que aún en un contexto mediático de alabanza hacia su lideresa, al contrario que los contextos en los que se ha movido siempre Podemos, ha perdido 700.000 votos respecto de Unidas Podemos, Compromís y Más Madrid en noviembre de 2019. La comparación con el 28M de este mismo 2023 es tan retorcida como irrisoria. Mientras se intentaba forzar a Podemos a entrar sin condiciones en la coalición de Sumar el baile de encuestas le otorgaban en ocasiones hasta 50 diputados. La propia encuesta del CIS, cuyo presidente el Sr. Tezanos presume de ser quien más se ha aproximado a los resultados del 23J, en plena campaña electoral otorgaba a Sumar entre 43 y 50 escaños. Han sido 31. Es obvio que Sumar no ha sumado, ni para el objetivo que estaba llamada a cumplir su líder, ni sobre las expectativas que le auguraban sus propios pronósticos y las encuestas.

Que el resultado electoral arroje un empate a 171 entre el bloque de izquierdas y el bloque de ultraderecha, se debe a acontecimientos emergentes cuando la cosa estaba perdida: El candidato del PP emponzoñando el debate cara a cara con Sánchez, la periodista Silvia Intxaurrondo enfrentándose a Feijóo por la mentira de la subida de las pensiones con el IPC, Zapatero entrando a lo podemita en campaña, valorando la figura de Irene Montero y los logros del hasta ese momento ignorado gobierno de coalición, y, por último, lo más importante, el gran error de Alberto Núñez Feijóo de no acudir por cobardía al debate a cuatro en TVE dejando su representación en manos del líder de Vox, Santiago Abascal. Esos acontecimientos lograron in extremis activar el voto de la izquierda, frenar el trasvase de votos del PSOE al PP y acumular voto útil sobre Sánchez a la vista del parecido con Díaz.

España puede ir hacia una repetición electoral o hacia un gobierno de coalición cuya base parlamentaria sea democrática y plurinacional. PNV y Junts, caso de que Sánchez sea investido, condicionarán por la derecha las políticas del gobierno. Podemos vive, así que mientras eso ocurra la agenda de profundización democrática plurinacional en la que pueden coincidir tantos las derechas nacionalistas como las izquierdas soberanistas tendrá voz en la izquierda.

Haría bien Yolanda Díaz en lograr un acuerdo previo de Sumar con Podemos antes de afrontar la negociación con el PSOE y con el resto de partidos que habrán de investir a Pedro Sánchez. Un acuerdo que no puede ser más que un acuerdo estratégico para esta legislatura que cuente con la autonomía política del motor ideológico y con la necesidad de una alianza republicana con las fuerzas soberanistas de izquierdas de las distintas realidades plurinacionales del estado. Un acuerdo con Podemos que debe priorizar y no relegar al último momento como ha venido haciendo hasta ahora, sin vetos a Irene Montero ni ninguno de sus liderazgos. Si esto no se hace así la coalición de fuerzas progresistas llamada Sumar estará anunciando su propio fracaso.

Publicado en La Voz del Sur

lunes, 24 de julio de 2023

España es Cataluña

Decía el más andalucista de todos los parlamentarios que Podemos metió en 2015 en el parlamento Andaluz, José Luis Serrano, que Andalucía no es España, España es Andalucía. La virtud y la tragedia identitaria andaluza resumida en una frase que la demoscopia cultural confirma. La comunidad capaz de dibujar un mapa autonómico plurinacional, como nacionalidad histórica a partir del referéndum del 28F de 1980, era la que prestaba su identidad cultural a España para que fuese usada en Madrid como chiste, en la emigración con desprecio y en el mundo con admiración.

Las elecciones generales del 23J han situado a Cataluña en una posición a la andaluza de 1977, o contribuye a dibujar un mapa de España plurinacional, democrático, europeista y antifascista, o el no pasarán trazado el domingo en todo el territorio español con los pinceles de Euskadi, Cataluña y, sospecho hasta ver los análisis numéricos que pronto saldrán a la luz, el feminismo, o da pie a una nueva repetición electoral que hará más difícil para el electorado sostener su voto contra la ultraderecha madrileñizada representada por PP/Vox.

Pero la responsabilidad no puede recaer solo sobre el independentismo catalán, es hora de un auténtico parlem. Es hora de que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz reconozcan que el manual de supervivencia, que en cierto modo es el manual de supervivencia de la izquierda en todo el territorio español, está escrito con las indicaciones estratégicas del nacionalismo catalán y vasco y del podemismo republicano plurinacional. La palabra no la tiene solo Puigdemont.

El electorado de izquierdas puede hoy estar feliz. Partido Popular y Vox no tienen números. El PSOE resiste creciendo en votos, Sumar aguanta sin sumar, el gobierno de coalición puede reeditarse, el carácter plurinacional de España contra la ultraderecha centralista es clave. El motor Podemos tendrá que salir de boxes. La precampaña y la campaña electoral comenzaron con tristeza y desasosiego, el acto de Sumar de Magariños anunció un reparto territorial trágico que se consumó el 28 de mayo de este mismo año. La derecha cabalgaba a lomos de los grandes grupos mediáticos y de las encuestas de pago, liberado Feijóo de su imagen de moderado, Voz toreaba en los gobiernos del PP allá donde daban los números. Las señales de alarma del neofascismo dejaron de ser de advertencia, desaparecían las concejalías y las consejerías de igualdad y se prohibían conciertos y obras teatrales. Hechos consumados.

Todo eso ocurría sin que los dos actores llamados a enfrentarse en España a la ultraderecha reivindicasen con fuerza ideológica el feminismo, la plurinacionalidad, el gobierno de coalición con sus logro, ni mucho menos el pacifismo frente a la guerra en Europa y la Europa guerrera. Todo empezó cambiar tras el destrozo que Feijóo hizo de Sánchez en el debate de Antena 3. Zapatero lo vio y decidió ser un Rambo electoral. Luego vinieron las dos milagrosas ayudas de la RTVE que el PSOE regaló en esta legislatura al PP. La periodista Silvia Intxaurrondo reveló simbólicamente al mentiroso candidato del PP, el debate a tres hizo el resto dado el garrafal error de su candidato de no acudir, por cobardía, para hacer un catenaccio en un partido que creía ganado. El debate movilizó el voto de la izquierda, recuperó la esperanza y visibilizó tanto parecido entre Sáncchez y Díaz que contribuyó a un tiempo a levantar el voto de Sumar por la izquierda y a facilitar la transferencia de voto útil a PSOE.

Ahora para formar gobierno la izquierda habrá de tener en cuenta que Cataluña no es España, España es Cataluña. Parlem. Y no olvidar que avanzar es derribar barreras y romper candados, para avanzar hay que democratizar el CGPJ, los ministerios de estado y RTVE, como mínimo.

Publicado en Diario Red

 

lunes, 17 de julio de 2023

Negacionismos, poder y combate ideológico

Los negacionismos del cambio climático, de las causas estructurales de la desigualdad de género y del derecho de los pueblos políticos y culturales a su soberanía que abraza abiertamente la ultraderecha española, PP-Vox, tienen una conexión ideológica fuerte. El Partido Popular es garantía de retrocesos legislativos, no solo volver a leyes de interrupción del embarazo que tutelan e infantilizan a las mujeres, también liquidar las políticas de igualdad y contra la violencia de género o derogar la legislación que ha introducido fiscalidad o derechos laborales feministas y de los cuidados. Temeroso de perder voto femenino, Feijóo no asume abiertamente los postulados de Vox, pero justifica, atrapado en la amplificación mediática de los neofascistas, las posiciones negacionistas de sus aliados ideológicos. Igualmente, la ultraderecha forma un pack que une el desprecio por las causas ambientales con la negación del calentamiento global y sus efectos económicos y ecosistémicos devastadores. Feijóo promete frenar el avance de las renovables, ampliar la vida de las centrales nucleares, políticas de agua tan insostenibles como inútiles y liquidar toda legislación que ordene el territorio y la actividad productiva teniendo en cuenta los límites para la vida.

El negacionismo de las causas estructurales de la desigualdad y de los efectos reales del calentamiento global actúa culturalmente contra la conexión ideológica entre el ecologismo y el feminismo: Poner la vida en el centro. Poner la vida en el centro es, en este momento de crisis geopolítica derivada de la crisis de límites del productivismo, la premisa más revolucionaria para construir un proyecto de largo alcance para la izquierda. La virulencia de los ataques contra el feminismo, simbolizado a nivel mundial, español y europeo por Irene Montero, con la intención de desvirtuar sus logros políticos, tiene que ver con que el capitalismo es un devorador de tiempo. El tiempo de las mujeres, el tiempo acumulado en la naturaleza y el tiempo de la clase trabajadora. Quienes declinan actuar contra el cambio climático, tampoco quieren legislar contra la desigualdad de género, ni a favor de la reducción de la edad de jubilación, el tiempo de trabajo o la conciliación familiar.

Para mantener débiles las líneas de fuerza del proyecto emancipador ecofeminista de las izquierdas, es imprescindible limitar la democracia territorial, la capacidad de autogobierno de los pueblos. El denominador común entre la reforma del artículo 135 de la CE, la aplicación del 155 a Cataluña y la regla de gasto para controlar los presupuestos de las instituciones es la limitación de la soberanía territorial. Los grandes poderes económicos del estado dominados por capital exterior, multinacionales y fondos de inversión, ponen todo su esfuerzo en centralizar el poder. Así reducen la complejidad de actores con los que tratar, e imponen con más facilidad las políticas dedicadas a su voraz enriquecimiento.

La conexión ideológica del negacionismo antifemimista, antiecologista y de la plurinacionalidad de España de la ultraderecha española, PP-Vox, demuestra que son capataces bien pagados de un puñado de propietarios del mundo capaces de llevarnos a guerras (ignorada la de Ucrania en esta campaña electoral), destruir estados, ecosistemas y derechos de las mujeres sin ápice de remordimiento moral. El buenísimo frente a ellos es tan inocente como inútil. Quizá Zapatero se haya dado cuenta y ha decidido agitar una campaña electoral a la que el PSOE y Sumar salieron a la defensiva, bajo la premisa de no molestar con ruido, escondiendo el motor de empuje de la izquierda en un garaje subterráneo. Tenemos la esperanza que que aprovechen esta última semana de campaña para corregir las ausencias y aumentar la fuerza del combate ideológico.

Publicado en Diario Red

lunes, 10 de julio de 2023

Tigres en el jardín

En el jardín europeo de Josep Borrell hay tigres. Los tigres gobiernan Italia, Polonia y Hungría, participan en los gobiernos de Suecia, Finlandia y Países Bajos. Influyen o arrastran a todos los gobiernos de derechas hacia posiciones ultra. Están en la mayoría de los parlamentos y en el parlamento europeo. Han destruido la socialdemocracia europea, hace tiempo devenida socioliberal, incapaz de plantear un proyecto común de defensa de la Europa democrática, esto es, de defensa de los derechos humanos y de los derechos políticos, sociales, ambientales de las mayorías.

Todo es consecuencia del choque del capitalismo con los límites planetarios: escasez de recursos y alteración biofísica ambiental. Desde el último cuarto del siglo pasado las crisis de crecimiento se afrontan desconectando la economía financiera de la productiva. Primero fue la economía del crédito, de los futuros bursátiles, de la fábrica en China y del préstamo fácil para tapar la deflación de los salarios y el aumento de la desigualdad. Fue el “España va bien” del PP y la “Andalucía imparable” del PSOE. Cuando en el modelo que desahució el futuro de toda una generación chocó el debe con el haber, llegó la crisis de 2008.

Pero la crisis de crecimiento del capitalismo es implacable, se necesita cada vez más para cada vez menos. Los límites planetarios son un abismo. Con la fábrica en China, la clase trabajadora sufre las acometidas de los recortes en derechos para que los estados sigan inyectando capital en el mundo financiero. El BCE está al servicio indisimulado de la gran banca. El puñado de capitalistas de EE.UU vive del expolio gracias a la fábrica de dólares de la Reserva Federal y a la sexta flota. Latinoamérica, India, África, parte de Asia y Oriente Medio se defienden de su dependencia. La guerra es entre el si no me das te mato del imperio y el si me das te doy del peligro amarillo. Salvo en Latinoamérica, el capital no tiene izquierda que le haga frente, la France Insoumise y Podemos son dos anomalías europeas.

Para mantener la dinámica del crecimiento, los dueños del dinero saben que es preciso recluir a las mujeres en las tareas impagadas de cuidados y reproducción, que es preciso considerar todo, cultura y medio ambiente incluidos, como bienes de mercado dispuestos a la propiedad privada y el expolio, que es preciso tener en la inmigración mano de obra esclava sin derechos. Además, el choque del crecimiento contra los límites planetarios obliga al capital a extraer de las políticas de bienestar allá donde existen. Los sistemas sanitarios y educativos se privatizan, las prestaciones se recortan, los derechos sociales, de las familias, las mujeres y la infancia se anulan, los servicios públicos se externalizan con concesiones leoninas a grupos de inversión, las inversiones en infraestructuras se regalan bajo el camuflaje de la colaboración público-privada, que no es otra cosa que dinero público para beneficio privado.

Es en este contexto, con una Europa otanista metida en la guerra de Ucrania, donde crecen las posiciones ultra. El capital con los medios de comunicación en su poder fomenta el negacionismo del cambio climático, de los derechos de las mujeres, de los derechos humanos, tanto de los trabajadores con ciudadanía como, y sobre todo, de las personas inmigrantes. Para controlarlo todo atacan los derechos territoriales de los pueblos. No solo necesitan atontar y disciplinar a la población para que no perciba al auténtico enemigo, necesitan concentrar el poder para manejarlo a su antojo, por eso tratan de destruir la democracia territorial, la soberanía municipal, autonómica y nacional de los pueblos políticos y culturales con y sin estado.

Las tigres ya están en los jardines de municipios y comunidades autónomas de España. El Partido Popular de Ayuso, Feijóo y Moreno Bonilla los alimenta con carne cazada por Vox. Los tigres son la excusa para destruir la vida comunitaria. El jardín europeo era el jardín de la clase media: clase trabajadora, profesionales especializados y PYMES, amparada por el estado del bienestar, son los tigres de la ultraderecha los que lo destruyen. No vale enfrentarse a los tigres y quienes los alimentan inclinando la cerviz hacia el centro político. No hay causas en el centro. Tampoco es cuestión de simpatía, espíritu dialogante y fotos chuli. Se trata de determinación para que los tigres no devoren la democracia a las órdenes de un puñado de personajes capaces de pagar sumas millonarias a mercenarios de la comunicación en prime time.

Publicado en Diario Red

 

lunes, 3 de julio de 2023

Derogar el sanchismo

La consigna “derogar el sanchismo” proclamada por la ultraderecha de cara a las elecciones generales del 23 de julio es un acierto. Derogar el sanchismo tiene la potencia del símbolo, una vez enunciado no hay que explicar nada. El mensaje de futuro de “derogar el sanchismo” es liquidar el presente y volver al pasado. Sirve al tándem PP/Vox que se ha impuesto en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Feijóo es un meritorio de la extrema derecha enraizada en la capital del reino. Valencia, Baleares, Extremadura, Murcia, demuestran que los votos del neofranquismo serán aceptados sin sonrojo alguno allá donde se necesiten.

La ultraderecha ha instalado en el electorado la pregunta Sanchismo sí o no. Entretanto PSOE y Sumar juegan al catenaccio defensivo. Antes respondieron a otra pregunta formulada por la misma extrema derecha, Podemos sí o no; no. Los hechos son los hechos. Lo dicen a las claras o entre líneas, Enric Juliana, Iván Redondo, José Luis Rodríguez Zapatero, El Gran Wyoming, y muchas y muchos más. Mal negocio dinamitar el pilar central de los logros progresistas del gobierno de coalición. No obstante, libertad de expresión aparte, nadie debería dejar de votar flanco izquierdo.

Frente a “derogar el sanchismo”, ¿qué hay al otro lado? Pedro Sánchez ratificando su sumisión al imperio, su falta de compromiso con la paz, estrenando la presidencia española de la UE con un viaje a Kiev, mientras hace tourné en campos enemigos donde conseguir votos es más difícil que transmutar el hierro en oro. El sustrato de guerra inyecta miedo e induce al electorado al mercado de certezas reaccionarias. Por su parte, Yolanda Díaz no encuentra la consigna que resuma su proyecto de estado. Al contrario que PP y Vox, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, tras las connivencias en el gobierno, se comportan como ciclistas que pedalean sin sentido. El primero pide el voto útil, la segunda no condensa en un mensaje ni la esperanza, ni su diferencia con el PSOE, ni su proyecto de estado. Hasta la editorial de este domingo de El País les pedía que espabilasen con el temor de que España caiga en las garras de una ultraderecha que alimenta el retroceso democrático de la UE.

En la caminata dominguera, antes de escribir estas líneas, uno escucha el programa de debate de Canal Red que dirige Laura Arroyo, Zona Comanche, y se alegra. En el último, Felipe VI: ¿El rey de la derecha?, uno encuentra frases lanzadas por Manu Levín como ésta: “La república es el proyecto democrático de los pueblos de España”. O el resumen de un proyecto republicano plurinacional que hace Rafa Mayoral en estos términos: “La derecha monárquica tiene una crisis institucional y una crisis en el proyecto económico y social que ha sostenido esa institucionalidad, por eso solo tiene un camino, el reaccionario. La reflexión que hay que hacer en la izquierda es cómo resolvemos la posibilidad de conformar una mayoría republicana, esa es la clave de bóveda, y en torno a qué: La cuestión de la plurinacionaliad, la garantía de los derechos civiles y políticos, la garantía de los derechos económicos y sociales, y en el siglo XXI, la garantía de los derechos feministas y de los derechos de la madre tierra, configurarían un proyecto para salir del neoliberalismo.”

Los programas se escriben negro sobre blanco y, en el bipartidismo de régimen, si te he visto no me acuerdo. Tuvo que llegar Podemos para que el PSOE cumpla a duras penas sus acuerdos con la izquierda. Lo ha expresado El Gran Wyoming en un corte de entrevista que podéis ver aquí. “Derogar el sanchismo” es liquidar el gobierno de coalición. Frente a eso cabe defender la coalición y trazar un horizonte democrático como el que describe Rafa Mayoral, con Andalucía como la que más, pues, sin el pueblo andaluz, el proyecto republicano será imposible. Andalucía, por tamaño, identidad e historia, tiene el potencial para inclinar la balanza a favor de un proyecto de profundización democrática para sí y por todos los pueblos de España.

Publicado en Diario Red