domingo, 13 de julio de 2025

Geografía de un sueño

Manifestación por la autonomía de Andalucía, 1977 - YouTube

Dijo escrito el poeta malagueño Luis Cernuda que Andalucía es un sueño que algunos andaluces, y andaluzas, llevamos dentro. Por contra, España es una realidad impuesta, las más de las veces con el ejercicio de la violencia. El vínculo entre la concepción mono color de la España una y el ejercicio de la violencia contra la clase trabajadora, las mujeres, el medio ambiente o las diferentes culturas, incluyendo las de las nacionalidades inmigrantes, es un vínculo reaccionario cuando no, fascista.

El vínculo entre la ley mordaza, la aplicación del 155 de la CE al independentismo catalán, la represión policial y judicial a los trabajadores del metal en Cádiz o Murcia, la coacción y destrucción desde las cloacas del estado de adversarios políticos, la contaminación química del Mar Menor o la obstrucción al reconocimiento de la humanidad en la inmigración, está construido sobre la concepción de un estado, cuya fuerza ejecutiva radica en Madrid y cuyos operadores, electos o no, no consienten que nada se mueva en contra de los intereses para los que trabajan.

La fuerza de las políticas extractivas de la sangre del trabajo, del tiempo de las mujeres, de la vida de las personas migrantes, de los recursos naturales y del sudor del campo, tiene un vínculo estrecho con el desprecio e intento de anulación de las realidades culturales y políticas por la vía de la concentración de poder en la capital del reino de España. Se trata de anular cualquier conato de autogobierno, o reivindicación de soberanía, para convertir los territorios en protectorados o colonias administrados al servicio de los poderes enraizados en la metrópoli, desde la que turbo alimentan a los dueños del capital, esencialmente estadounidense, acomodado en los acertadamente llamados fondos buitre.

Aquí quería llegar. No hay política sin territorio. Como escribe a menudo Enric Juliana: mapas, mapas, mapas. El actual dibujo autonómico del estado español (ahora ya no hablaré de España) es obra de Andalucía. Cuando se recuerdan los grandes hitos de movilizaciones populares que han contenido el avance de la ultraderecha desde el postfranquismo y la etapa democrática, se olvida el gran hito fundacional de la España autonómica. La movilización de dos millones de andaluzas y andaluces el 4 de diciembre de 1977, en las calles de las capitales de las ocho provincias y en las calles de la novena provincia andaluza, Barcelona, (también en menor medida en las de Madrid y Bilbao), para equiparar su estatus político al de las naciones que iban a ser reconocidas constitucionalmente en 1978 como exclusivas nacionalidades históricas.

Para cultivar el territorio sobre el que habrá de nacer una república (con)federal plurinacional, es imprescindible interiorizar la fuerza política de un pueblo, el andaluz, mestizo y no independentista, para cuyo reconocimiento universal no ha necesitado nunca idioma propio. Mapas, mapas, mapas. Andalucía con sus casi nueve millones de habitantes, con su costa este y su costa oeste, con sus olivares, sus campiñas y sus vegas, con sus sierras, gatas y doñanas, es una fuerza telúrica.

Andalucía es una nación de ciudades, la inmensa mayoría de la población está concentrada en poblaciones de más de 20.000 habitantes, decenas de municipios podrían ser por población capitales de provincia. Mapas, mapas, mapas. Andalucía tiene cuatro conurbaciones con poblaciones que van desde los más de 500.000 habitantes, como el área metropolitana de Granada y su entorno próximo, pasando por la Málaga metropolitana litoral, o Cádiz y su bahía, hasta el más del millón y medio de habitantes en la gran conurbación de Sevilla.

Mapas, mapas, mapas. Percibir Andalucía como una comunidad agraria y atrasada, y al pueblo andaluz como solo aspirante a limpiar hoteles, servir raciones o emigrar, es un sesgo impuesto desde el gran emisor de centralismo colonial, Madrid DF. Mapas, mapas, mapas. Mapas de geografía humana que nos hablan de nuestra sangre negra, gitana, morisca, judía, norteña y latinoamericana. Mapas de geografía política, que nos hablan de Granada y Almería, cunas milenarias de la verdiblanca. Mapas de acentos y culturas comarcarles. Mapas de anhelos y necesidades. Mapas de reivindicación y lucha jornalera, forestal, metalera, kellys, taxis, estudiantes, universidades, AMPAs, profesionales de la sanidad, los cuidados o la educación.

No hay política sin territorio. Conocer los mapas de Andalucía, es la primera condición de posibilidad para abonar un republicanismo andaluz que luche por sí y coopere en la construcción de un estado que desborde las vínculos reaccionaros entre el capital y la coerción de la diversidad. Las y los andaluces una vez dibujamos el mapa autonómico del estado haciendo nuestro sueño realidad.

Ahora, las y los andaluces de conciencia, debemos dibujar el mapa republicano plurinacional clamando al resto de pueblos del estado para que cooperen en beneficio propio y del conjunto. Una cooperación que pasa por buscar sinergías entre las posiciones más soberanistas y las más (con)federalistas. Andalucía es un sueño que algunos andaluces y andaluzas llevamos dentro, un sueño que podemos hacer realidad en alianza con el resto de pueblos ibéricos.

Como cantó Carlos Cano en sus Coplas de Emilio el Moro, con letras completamente actuales: “No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes, ni por qué llamas mi tierra aquello que no defiendes.” Esta geografía de un sueño va por los trabajadores del metal en Cádiz, símbolo de dignidad de las clases trabajadoras del mundo.

lunes, 30 de junio de 2025

Predicar en el desierto

El presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa, en la sede del PSOE en Ferraz - Gabriel Luengas / Europa Press

El régimen de guerra, en el que la infamia y la mediocridad de los lideres europeos han instalado a las sociedades que gobiernan, es una huida hacia adelante del capitalismo occidental afincado en EE.UU. y gobernado por el sionismo genocida que ocupa Palestina. Se trata de controlar recursos, flujos y mercados, para que la máquina del capital no gripe, a costa de cualquier atisbo de protección de los derechos humanos o la democracia.

En este contexto, toda la derecha española tiene los mismos objetivos. Desde Juan Manuel Moreno Bonilla, como comercial andaluz de productos sanitarios fabricados fuera de Andalucía, hasta Santiago Abascal como el Cid Campeador, pasando por Isabel Díaz Ayuso, como la muñeca diabólica con pinganillo, y Alberto Núñez Feijóo, como el Santiago Matamoros del Obradoiro, buscan tomar el poder del Estado para entregar la economía española al trumpismo sionista. Con esa maniobra, como buenos vasallos, se garantizan su bienestar personal y el de la corte madrileña.

Si toda la derecha tiene el proyecto de destrucción del Estado autonómico, social y de derecho, nadie en la izquierda puede tener dudas, a estas alturas de la OTAN, la guerra de Ucrania o el genocidio del pueblo palestino, que el PSOE es el verdadero obstáculo para defenderse de su agresividad antidemocrática. El episodio del 5% del PIB, para financiar las guerras de los Estados Unidos, firmado por Pedro Sánchez y demás lideres europeos, revela en materia de política internacional, la misma farsa que reveló el pacto de renovación del Consejo General del Poder Judicial con el Partido Popular.

El PSOE, desde Felipe González, pasando por José Luis Rodríguez Zapatero, hasta Pedro Sánchez, es el traje de carnaval con el que el bipartidismo monárquico oculta la corrupción sistémica de la que vive. El PSOE, lo sabemos por los hechos y por los audios, por el brutal incremento del gasto en guerra y por la inacción para proteger a las clases medias y populares contra la desigualdad, no está por el derecho a la vivienda, por los avances feministas o por crear las condiciones para desvincular la economía española de los combustibles fósiles, del uranio nuclear y, consiguientemente, de la guerra.

Pedro Sánchez, como buen actor, mueve los músculos de la cara, pero no ha movido la imprenta del BOE para romper relaciones con Israel, dejar de comerciar con armamento, enfrentar con Marruecos el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, promover la paz en Ucrania o protestar por el uso de Morón y Rota para bombardear Irán. Sonrisa o circunspección en la cara, según convenga a la farsa del género epistolar que de vez en cuando practica. Proteger a este PSOE, el PSOE de siempre, desde sectores progresistas y de izquierdas, en tiempos de riesgo de guerra global, es tomar el camino a la perdición.

En el próximo ciclo electoral, no nos jugamos un diputado más o menos, nos jugamos   poder regar el árbol de la vida en nuestras casas y en el planeta. Cuando todo el arco progresista vinculado a PRISA o subalterno de la corte cultural, política, mediática y periodística del PSOE, se desata para insistir en que Pedro Sánchez se ha enfrentado a Donal Trump y no ha comprometido el gasto del 5% del PIB, o si lo ha firmado es para incumplirlo, lo único que busca es mantener su estatus en la corte. Creen que el PSOE seguirá teniendo cuota de poder real, la cual les permitirá mantener su posición de privilegio.

No va a ocurrir, no han entendido nada de lo que ocurre en el mundo, no reconocen que es el propio PSOE el que crea las condiciones para el desembarco del fascismo en el corazón del gobierno de España. Bastaría que se diesen cuenta que el lawfare contra el PSOE, experimentado con éxito con Podemos y el independentismo, es el indicador de que ya no necesitan a nadie vestido de carnaval que le dé al Estado apariencia de democracia. La socialdemocracia liberal está agotada porque el capital estadounidense y sionista no la necesita para mantener la farsa democrática en Europa. Lo quieren todo todo el tiempo en su lucha contra el sur global y los BRICS.

El régimen de guerra, el desmoronamiento del último reducto de socialdemocracia liberal en Europa, el fin del ciclo del soberanismo independentista en España, y la revelación total de que Sumar era la última operación de régimen para lavar el traje de carnaval del PSOE, crean las condiciones y obligan a empujar un nuevo proyecto de Estado que garantice los derechos de la gente y de los pueblos que lo componen. Pensar una alianza estratégica cooperativa, no necesariamente electoral, entre los soberanismos territoriales de izquierdas y el plurinacionalismo (con)federal, desvinculado de Sumar y sus interioridades, es el único lugar de encuentro para la defensa de la democracia y los derechos que conlleva. Cuanto antes se cultive el territorio pisoteado que va a dejar el PSOE, mejor. No quisiera yo predicar en el desierto.

Publicado en Diario Red

viernes, 13 de junio de 2025

Sustituir al partido del engaño

La nueva explosión de corrupciónbipartidista que dibujan lo audios del número tres del PSOE, Santos Cerdán, transforma, como ha definido perfectamente Ione Belarra, el caso Koldo o el caso Ábalos en el caso PSOE. Pedro Sánchez ha pedido perdón con traje negro y pose compungida. Después se ha ido ha celebrar con el mismo traje el aniversario de la integración de España en la Unión Europea como si aquí no pasase nada. 

El nexo de unión entre la corrupción del PP y la corrupción del PSOE son las elites económicas beneficiarias del sistema. Para que haya corruptos ha de haber corruptores. Esa es la esencia del régimen monárquico. Pero la corrupción no solo son mordidas, no solo es una cuestión de ilegalidad, también es la transacción permanente de recursos públicos a intereses privados por medio las instituciones. Corrupción es también la explotación de las clases medias y populares limitando sus derechos a la sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones, la vivienda, el trabajo decente o las prestaciones sociales. Corrupción es perseguir con brigadas patrióticas de bajos fondos a la oposición política.

 Pedro Sánchez, con Santos Cerdán.

En este último sentido el PSOE es el partido del engaño, nunca hace lo que promete salvo que no tenga más remedio para mantener el poder. El PSOE es el auténtico sostén del bipartidismo monárquico. Es el tapón para que nada cambie y todo siga igual. En momentos como este aparece iluminada la fotografía de lo que ha sido y es el verdadero PSOE. Un partido funcional al sistema de poder económico heredero del franquismo, hoy internacionalizado, para vestirlo de “democracia plena”.

El caso PSOE llega en un momento en el que la ultraderecha cabalga a destajo. Un momento en el que el capitalismo occidental quiere prescindir de las socialdemocracias liberales porque, en su choque contra la economía China y de los BRICS y contra los límites ambientales y de recursos, lo quiere todo todo el tiempo. El PSOE está desde hoy atrapado en un cuadrilátero que forman su propia corrupción, el lawfare de la alta judicatura, la entrega voluntaria a las directrices otanistas del imperio trumpista y la complicidad con el estado de Israel en el genocidio del pueblo palestino. De ahí no saldrá más que noqueado.

Si Sánchez convoca elecciones, convocaría su propio suicidio político dejando al PSOE desarbolado al albur del huracán ultraconservador con epicentro en Madrid. Ya no le vale decir que representa el voto útil. Entre tanto, mientras el PSOE se ahoga en su corrupción, sus mentiras y su inacción, siquiera progresista, la cuestión no es pedir elecciones anticipadas a Pedro Sánchez, tampoco sostener un gobierno belicista sin intención alguna de ejecutar políticas sociales, feministas, ecologistas y pacifistas.

La cuestión es levantar un proyecto de izquierdas que afronte el estado corrupto como problema. Un proyecto para el que no sirven ni la sumisión, ni la indolencia, ni el conformismo que hoy representan Sumar y sus integrantes. Un proyecto que solo puede dibujarse contra la ficción de una España que no tolera las diferentes culturas, ya con lenguas propias ya con acentos diversos, con una alianza estratégica entre la izquierda transformadora y las distintas izquierdas soberanistas. Un proyecto cooperativo capaz de acumular fuerzas para sustituir al PSOE y sacarlo del paisaje que usurpa.

Publicado en La Voz del Sur

lunes, 2 de junio de 2025

La auténtica unidad de la izquierda

 Yolanda Díaz y Antonio Maíllo, en un acto en Sevilla.

La unidad de la izquierda es un viejo mantra de la política española. Ese mantra se dispara cuando el espacio del PSOE se reduce. Por eso, el pilar que dio apariencia de democracia plena al bipartidismo monárquico, ayudó con Sumar a construir una canasta que recoja votos en la izquierda para ponerlos a su servicio. En el presente contexto de crisis económica, emergencia climática, tensiones geopolíticas, régimen de guerra, fortalecimiento de la extrema derecha y fuerte deterioro democrático, ese objetivo es para el PSOE imprescindible, no por voluntad de poder, sino por voluntad de permanencia en el poder.

El pacto constitucional, en el que el PSOE y el PCE desempeñaron un papel clave, supuso la renuncia a las aspiraciones históricas de la izquierda —la república o la ruptura con el franquismo— a cambio de cierta estabilidad democrática, integración en Europa y un modelo de economía capitalista con permanente transmisión de rentas del trabajo a rentas de capital. Una transición pactada, tutelada, y condicionada por los poderes fácticos del régimen franquista. Es verdad que, aun así, supuso avances sociales importantes.

Desde entonces, PCE/IU, salvo en la etapa de mayor esplendor que Julio Anguita inició con Convocatoria por Andalucía, ha asumido el marco del bipartidismo monárquico. Ahora lo hace la coalición Sumar con PCE/IU dentro. Es la izquierda sistémica que no cuestiona los pilares del bipartidismo monárquico, una izquierda que no presiona para limpiar las cloacas, reformar el acceso a la judicatura y sus altas instancias, democratizar los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, liquidar la ley Mordaza, acabar con las relaciones con el Estado genocida de Israel, o solucionar el problema mayúsculo de la vivienda. La misma izquierda que ha gozado y goza, aunque de otra manera, de puertas giratorias que le abre el PSOE, Prisa y otras entidades afines.

Quienes se empeñan en presionar a Podemos para que se integre con una izquierda subalterna del bipartidismo monárquico, ahormando una unidad sin más objetivo que la supervivencia del PSOE y de los aparatos de la izquierda sistémica, no se han enterado, o no quieren enterarse, que los grandes poderes económicos, vinculados territorialmente a la capital del reino de España, ya ni siquiera admiten al PSOE en su modelo de mantenimiento del poder. Las palabras de Aznar, “el que pueda hacer que haga” o “cabeza fría y tensión máxima”, son elocuentes en este sentido.

El PSOE vive una crisis de fondo, fruto de una realidad incómoda: el sistema que lo acogió en la Transición ya no lo considera útil y directamente no lo quiere. El bipartidismo es un muerto viviente. De ahí el acoso mediático y judicial contra Pedro Sánchez, su familia y su partido. Una parte de las élites que ayudaron a diseñar, para beneficiarse, el régimen del 78 está expulsando al PSOE, situación a la que este se resiste. Por eso sus pactos con la derecha, como, por ejemplo, el Consejo General del Poder Judicial, el mantenimiento de la Ley Mordaza, la reforma de la Ley del solo Sí es Sí o su alineamiento con los grandes tenedores, rentistas especulativos, fondos buitre y patronal inmobiliaria en materia de vivienda.

Si el PSOE quisiese sobrevivir y ser una fuerza útil para la mayoría social, tendría que romper definitivamente con esa herencia tóxica de obediencia al sistema del 78 y abrirse a una nueva etapa, donde la justicia social, la democracia plena, y la valentía política sean sus señas de identidad. No lo va a hacer porque desde Suresnes no está para eso, está para mantener una farsa, que ya no tiene recorrido político alguno.

La tarea para un horizonte de justicia social, climática, de género, con respeto a los derechos humanos y de las personas migrantes, sustancialmente antibelicista y el reconocimiento de la realidad territorial del Estado español, solo puede abordarla un nuevo bloque histórico. Ese bloque histórico es la auténtica estrategia de unidad que las mayorías sociales, residan donde residan y vengan de donde vengan, necesitan para aspirar a una vida digna.

Para no estorbar en la construcción de ese bloque histórico, al que indudablemente empujaría Podemos, quienes exigen la unidad a Podemos desde la izquierda o desde la progresía mediática y sindical, lo mejor que pueden hacer es coaligarse con el PSOE. Si ya trabajan juntos, que vivan juntos y no molesten en la tarea de transformación fundamental.

Por Salvador Soler y Mario Ortega

Publicado en La Voz del Sur

martes, 27 de mayo de 2025

La ilusión óptica del acelerador de partículas de Escúzar

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Cuentan que cuando se iba a construir la central nuclear de Almaraz en Extremadura, a principios de los setenta del pasado siglo, un agricultor de la zona, ante la lluvia de parabienes políticos y empresariales que aparecían en la prensa, se empeñó en negar las bondades de la mole de hormigón. Decían, erre que erre, que iba a traer el paraíso a la olvidada región extremeña, pero él erre que erre lo desmentía.

Aquel hombre sin estudios lo más parecido a un átomo que había visto eran las cabezas de ajos que recogía en los sembraos. No obstante se empeñaba en negar la mayor enfrentándose a ingenieros, químicos cuánticos, físicos atómicos y otras gentes de ciencia superlativa. En fin, a todo el que alabara el progreso que, según argüían, iba a llegar en forma de kilovatios nucleares.

Su único argumento de oposición era tan breve como irrefutable: “Si fuese tan buena se la habrían quedao en Madrid.”

De esta anécdota, que ya conté en un artículo de hace nueve años sobre el mismo tema, me acuerdo a propósito de la colocación de la primera piedra del edificio principal del acelerador de partículas Ifmif-Dones en Escúzar (Granada). Han pasado nueve años desde que el runrún de la energía nuclear de fusión llegó a Granada. El objetivo es desarrollar materiales que soporten las condiciones de explotación.

Nueve años después, para la primera piedra, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, y la ministra de hacienda del gobierno de España, María Jesús Montero, han puesto a medias 422 millones de euros hasta 2034. Nueve más nueve, dieciocho años de ilusión óptica. El edifico principal va a tardar nueve años en construirse. Probablemente se haga con fondos de cohesión europeos que podrían destinarse en Andalucía para proyectos de desarrollo industrial e implantación energética de nuestras fuentes principales, el sol y el viento, y no para una tecnología que lleva ya ochenta años prometiendo que convertirá el planeta en jauja.

La energía nuclear de fusión, basada en la integración de núcleos atómicos de dos isótopos del hidrógeno, el deuterio y el tritio, es una vieja promesa incumplida que lleva muchos decenios enterrando dinero público ya en euros, ya en dólares,  ya en yenes, sin obtener un sólo kilovatio hora comercial de energía eléctrica.

La energía nuclear de fusión, que siempre nos la prometen que será casi gratis, tiene un enorme potencial político para atacar la democracia. La concentración de poder que supondría controlar tecnológicamente esta fuente de energía haría a la humanidad dependiente de unas cuantas multinacionales y unos cuantos estados. Además, una fuente de energía tan inagotable como el sol, induciría tal grado de consumo que cambiaríamos por completo las condiciones de posibilidad biofísicas del planeta. Más que con el efecto invernadero de los combustibles fósiles. La energía de fusión sería en sí un contaminante planetario debido al segundo principio de la termodinámica. Convertiríamos la tierra en una gran olla hirviente que requeriría más y más energía para enfriarla y así en una espiral infernal.

Hay muchas preguntas que deberíamos hacer sobre el acelerador de partículas para desarrollar la energía nuclear de fusión: ¿Cuánto cuesta de verdad? ¿Quienes ponen el dinero y quienes se llevan los beneficios si los hubiese? ¿Qué garantías de seguridad tiene una instalación de este tipo? ¿Qué demanda de recursos naturales, agua, y de dónde se obtendría? ¿Si viene a Andalucía, de dónde se quita? ¿Es necesaria? Hay alternativas que evitan la posibilidad del controles políticos y empresariales antidemocráticos, calentamiento terrestre indiscriminado y tienen, para ya, más potencial de generación de empleo.

El acelerador de partículas para la energía nuclear de fusión es una enorme  ilusión óptica. Con el dinero que se destine a su construcción van a ganar mucha pasta grandes empresas del hormigón y el acero cuyo domicilio social está fuera de Andalucía. Aquí dará trabajo escaso y derramas para pymes. Pan para hoy y hambre para mañana. Como la nuclear de Almaraz. El agricultor cacereño tenía razón. El riesgo y la extracción para Extremadura, el beneficio, de existir en este caso, para otros.

Publicado en Tu Periódico Andaluz

martes, 6 de mayo de 2025

Del apagón al apagón

Central Nuclear —  Igor Golovniov / Zuma Press / ContactoPhoto

Hace más de una semana del apagón que dejó a la península ibérica sin luz. Así llamamos el común de los mortales a la electricidad desde que Thomas Edison inventara la bombilla. Y todavía no se ha dado, ni por el gobierno, ni por las eléctricas, ni por Red Eléctrica Española una explicación sobre las causas del cero eléctrico. Vivimos, tras el apagón otro apagón, el de la verdad. Siendo bien pensados podemos esperar que cuando conozcamos la verdad oficial, ésta será la verdad real.

Siendo mal pensados, dice el refrán piensa mal y acertarás, el retraso en la entrega de información veraz que están protagonizando las grandes empresas eléctricas, alimenta la sospecha de manipulación de la verdad para proteger sus espaldas, pedir más dinero público en inversiones que deberían ejecutar con sus desorbitados beneficios y presionar al gobierno, para que no apague las nucleares y ponga trabas a las renovables como hizo el gobierno de Rajoy.

Pasé más de diez años enseñando, y aprendiendo, sobre energías renovables. Conozco desde los noventa la historia de los ataques a su fiabilidad tecnológica, a su debilidad meteorológica, a su inadaptación a los ciclos diarios y estacionales, a su carestía y a su capacidad de lucha contra el cambio climático. A pesar de todas las patrañas que se han dicho históricamente contra las renovables, vestidas de expertismo científico e ingenieril, éstas se han impuesto en todos los campos. Desde el 1 de enero al 28 de abril las renovables han aportado a red en casi doscientas ocasiones lo que estaban aportando el día del apagón.

Las energías renovables son totalmente fiables electrónicamente, reducen al máximo las interacciones mecánicas, la electricidad no es solo una onda, también, desde el premio nobel De Broglie en 1929, avalado por Einstein, es un fluido de corpúsculos, los electrones. Las renovables son las únicas que en su conjunto están distribuidas equitativamente por todo el planeta. Superada la economía de escala, son las más baratas de fabricar e implantar. Son las que tiran del precio de la electricidad a la baja en el artificioso pool (mercado) eléctrico español. Y son, sobre todo la fotovoltaica, las que pueden hacer productores y autoconsumidores a familias, comunidades y pymes, poniéndo en riesgo así el monopolío de la producción eléctrica.

 

Detrás de culpabilizar a las renovables del apagón hay un claro intento de frenar su capacidad demostrada de implantación distribuida y difusa. En un país enchufado al sol y el viento es difícil de explicar a la población por qué la electricidad es tan cara. Es tan cara porque está en manos de un oligopolio capaz de vaciar pantanos en época de sequía para eriquecerse en momentos calurosos de máxima demanda, o capaz de dejar abandonadas durante años las infraestructuras eléctricas en multitud de barrios olvidados sin importarle el sufrimiento de cientos de miles de familias.

Es tan cara porque su precio depende de un modelo “legal” que hace que la energía más costosa, la del gas en ciclo combinado, marque el precio de todas las demás. De este modo a Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP o Repsol, todas servidoras de las puertas giratorias del bipartidismo y las derechas vasca y catalana, les interesa que siempre entre a cubrir la demanda una porción de gas, pues si toda se cubriese con renovables sus espeluznantes beneficios decaerían.

Para seguir la pista del dinero que ganan los dueños del capital con participaciones en el IBEX 35, hay que seguir la pista de las dos únicas cosas que anclan la economía sobre el mundo real, la energía, la materia y sus flujos. Si España depende del gas, del fuel o del uranio enriquecido para la producción energética, será un país con la soberanía completamente entregada a intereses externos. Atemos cabos. Donald Trump quiere que consumamos mucho más gas estadounidense, Francia quiere que nos enganchemos a su combustible nuclear, su uranio enriquecido (España no tiene ni tendrá es capacidad reservada en exclusiva a países con bomba atómica).

Si a estos dos intereses extranjeros, sumamos el interés del oligopolio eléctrico en ganar dinero a espuertas con algoritmos que “controlan” el mix energético, podemos pensar mal. Pensar que la defensa del gas por ciclo combinado y la nuclear, como energía estabilizadora de la onda herziana con sus generadores sícronos, la primera, o como garantista de suministro, la segunda, por su permanente estado de funcionamiento, aunque no sea necesaria, tiene únicamente interés geoestratégico para potencias extranjeras o económico para el oligopolio español. Pero hay más. China es una potencia en fabricación de paneles solares fotovoltáicos, máquinas eólicas y sistemas de producción de hidrógeno verde. Atacar a las renovables a escala global es alimentar la guerra comercial contra China, uno de los objetivos centrales del gobierno de Donald Trump.

Piensa mal y acertarás. Un refrán cuyo recuerdo provoca el apagón de la verdad, sobrevenido tras el apagón del 28 de abril de 2015. No sabemos todavía si el apagón fue consecuencia de un fallo tecnológico o un error humano, o de las dos cosas a la vez. No sabemos si fue fruto de una manipulación del precio de la energía, cortando la entrada al sistema de importantes instalaciones fotovoltáicas para mantener el precio caro, que se les fue de las manos por un fallo tecnológico o un error humano o las dos cosas a la vez. No lo sabemos además porque tanto REE como el oligopolio eléctrico parecen no querer dar la información precisa, ni siquiera al gobierno de Pedro Sánchez. Una información que seguramente poseen nítidamente, pero nos visten de complejidad.

Sin certezas sobre la causa, una semana después del apagón, sí sabemos que nos quieren engatusar con el gas que daña el clima y el riesgo atómico. Sí sabemos que un país que defiende su soberanía debe defender su soberanía energética. Si sabemos que el sistema energético español, para dar seguridad a nuestras vidas y nuestras economías, debería ser nacionalizado o, como mínimo, contar con una empresa completamente pública de energía que domine los mercados de la generación, la distribución y la comercialización. Si sabemos que esto es defender los intereses de la gente, la única patria para la que debería servir la palabra España.

Publicado en Diario Red

viernes, 2 de mayo de 2025

El déficit de credibilidad de UGT y CCOO

Manifestación 1 de Mayo en Cádiz. REYNA

Son tradición en el bipartidismo monárquico las puertasgiratorias. A la cabeza los expresidentes Felipe González, en los consejos de administración de Red Eléctrica o de Gas Natural, y José María Aznar, en el de Repsol, entre otros como el del fondo de inversión Goldman Sachs. Tampoco son ajenos a las puertas giratorias o la penetración familiar en grandes empresas del Ibex 35 los dirigentes del PNV o de la derecha catalana. Así pagan los grupos económicos de poder la legislación que favorece sus intereses. Así pagan todo el proceso de privatización de sectores que eran públicos.

Pero este modelo, que llamaríamos corrupto, se extiende también con menos grandilocuencia a las dirigencias de los llamados sindicatos más representativos, como UGT y CCOO. Fue sonado el caso de José María Fidalgo que pasó a trabajar para la patronal en la FAES de Aznar. También podemos llamar puertas giratorias al trasvase de dirigentes de estos sindicatos a puestos en partidos, empresas públicas o privadas, o a empleos de alto rango en organismos internacionales. Para la izquierda de régimen, principalmente integrada en IU, la puerta giratoria también se ha abierto en muchas ocasiones. El PSOE la ha colocado en sus listas o en organismos públicos cuando ha tenido poder para hacerlo, o en empresas de sus allegados, como el caso fallido de Alberto Garzón, o en el grupo Prisa otorgando espacios en tertulias o como columnistas.

Así se sostiene la farsa. Lo que ocurre es que esta farsa hace mucho daño a la izquierda al provocar la idea de que “todos son iguales”. Con este modelo de raíz corrupta juega el poder económico para que nada cambie. Si nos centramos en el sindicalismo de régimen el modelo llevó a los sindicatos CCOO y UGT a mínimos de credibilidad. Cuando llegó la crisis de 2008, justo cuando más sindicalismo combativo necesitábamos, los llamados sindicatos más representativos se mostraban incapaces de liderar una confrontación contra la moderación del artículo 135 de la CE que consolidaba constitucionalmente los recortes en derechos sociales y la dinámica asesina de los desahucios en favor de banca y grandes tenedores.

Tras lustros negociando a la baja UGT y CCOO llevaron al descrédito, junto con el bipartidismo monárquico y sus operadores mediáticos la movilización social. Tal es así que tuvieron que surgir, tras el 15M, las mareas y otras plataformas para revitalizar las luchas. Sostengo que el punto de inflexión que provocó una revitalización del sindicalismo de clase fue la negociación de Pablo Iglesias con Pedro Sánchez que, en octubre de 2018, condujo a la primera fuerte subida de SMI, de 736 a 900 euros. Demostrando que sí se podía. Pero, desde que Pedro Sánchez, con ayuda de Yolanda Díaz y su trup subalterna, expulsó a Podemos del gobierno, previo conjunto de duras maniobras políticas, judiciales y mediáticas, UGT y CCOO han vuelto a las andadas.

En Andalucía lavan de vez en cuando la cara de Moreno Bonilla. En el estado, se apuntan a reformas de prestaciones que limitan derechos. Como el intento de reducir subsidio a parados mayores de 52, el 50% de los cuales está en Andalucía. O la falta de empuje para forzar una buena subida del SMI. O consentir y apoyar que la edad media de jubilación suba de manera efectiva permitiendo que se llegue a los 72 años con incentivos que solo aceptarían personas con bajos salarios. Centran su reivindicación en trabajar media hora menos pero consienten que quien tiene bajo salario tenga que trabajar hasta los 72 años.

Pero lo peor, la puntilla a la recuperación de su credibilidad, es que se han apuntado al régimen de guerra pidiendo. Unai Sordo, líder de CCOO, ha pedido un pacto PSOE/PP para aprobar los PGE. Un acuerdo así, en el actual contexto europeo, anunciaría unos presupuestos belicistas, restrictivos de derechos, antifeministas, antiecologistas, incapaces de afrontar el problema de la vivienda o cargados impositivamente sobre las clases trabajadoras.

Pepe Álvarez, líder de UGT, al pedir un impuesto a la ciudadanía europea para el rearme, se pone a las órdenes de Trump y la OTAN, cuyo secretario general pidió recortes en derechos y pensiones para gastar en armas. También Unai Sordo, en una entrevista en la Cadena SER, ha dejado la puerta abierta, tras el apagón, a acusar a las energías renovables de debilitar el sistema eléctrico y a que el mix energético no evolucione hacia renovables 100%. Así ayuda a la patronal eléctrica, la misma que quiere mantener en marcha las peligrosas nucleares o que no quiere que haya carga impositiva sobre los enormes beneficios que les produce un sistema energético, cuyos precios los definen las propias empresas artificiosamente.

Por todos estos motivos precisamos la construcción de un nuevo sindicalismo de estado con fuerte componente federal y plurinacional, que tenga claro que más armas es menos derechos, menos servicios públicos y más riesgo para nuestras vidas. Un sindicalismo que nos movilice contra el régimen de guerra y que exija que un gobierno que se dice progresista actúe como mínimo en todas las materias como si lo fuese. Un sindicalismo creíble que pida ya la nacionalización de los sectores energéticos y exija una banca pública fuerte.

Publicado en La Voz del Sur

jueves, 1 de mayo de 2025

Por un sindicalismo andalucista y pacifista

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Los sindicatos UGT y CCOO no representan los intereses de fondo de la clase trabajadora andaluza. Los llamados sindicatos más representativos no cumplen la imprescindible función de utilidad. Hace tiempo, demasiado tiempo, que las y los dirigentes de UGT y CCOO están táctica y estratégicamente subordinados a los gobiernos de la Junta de Andalucía, sin capacidad reivindicativa alguna.

Una prueba es el Pacto Social y Económico que firmaron, junto con la Confederación de Empresarios de Andalucía, en marzo de 2023, tan solo dos meses antes del comienzo de la campaña electoral de las elecciones municipales de mayo de 2023. Una forma de vestir de progresista la imagen del PP y del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. Otra prueba, el acuerdo que firmaron el 22 de mayo del mismo año, en plena campaña electoral de las municipales, junto con SATSE y CSIF, «para la mejora de la atención primaria y del modelo de carrera profesional del personal» del Servicio Andaluz de Salud.

Loa mencionados pactos son masivamente incumplidos por parte del gobierno andaluz. Las tasas desigualdad y de desprotección social se mantienen entre las peores de Europa. La dificultad de acceso a la vivienda es trágica. El tejido productivo andaluz, centrado en una economía de escaso valor añadido para las y los trabajadores, como es la de la hostelería y el turismo hotelero, no despega hacia la industrialización y sectores culturales y tecnológicos de alto valor añadido. La gravedad del deterioro de la atención sanitaria pública es manifiesta, sumado al aumento de gasto en externalización a empresas privadas, bien por vía de contratos y concesiones públicas, o por la expulsión de la ciudadanía del sistema público harta de esperar una atención digna.

Andalucía tiene, fruto de casi cincuenta años de gobiernos del PSOE y del PP, a los que este sindicalismo da soporte, los peores datos estructurales de desigualdad económica, social, de género y ambiental de España. Consiguientemente, Andalucía precisa de un sindicalismo comprometido en la reducción de esas brechas históricas. Andalucía precisa de un sindicalismo andalucista y pacifista que ponga en el centro la defensa de los intereses del pueblo andaluz.

Necesitamos un sindicalismo que no se apunte a la dinámica de belicista de Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez. Un sindicalismo que critique y se movilice fuertemente contra el desvío de 10 500 millones de euros para armamento, la mayor parte de los cuales irán a parar al fascismo estadounidense de Donald Trump, que trata con incrementos arancelarios nuestros productos agrarios. Un sindicalismo que no pida un impuesto a la ciudadanía europea para dinamizar la industria armamentística, como ha hecho el líder de UGT, Pepe Álvarez. Un sindicalismo que no pida un pacto PSOE/PP para aprobar los presupuestos generales del Estado, ignorando la inversión social, en materia de servicios públicos y vivienda, como ha pedido el líder de CCOO, Unai Sordo.

Tal vez, mediante el modelo de unidad de acción, sindicatos como USTEA, CGT o SAT, entre otras plataformas sectoriales que defienden los derechos de las y los trabajadores andaluces, podrían construir un sindicalismo apegado a las necesidades de Andalucía con una comprensión federal de estado, cooperativo con los intereses de las clases trabajadoras del resto de pueblos. El contexto de régimen de guerra actual, en el que nos embarcan los dirigentes europeos a las órdenes de Trump y la OTAN, requiere pensar global y actuar local. Andalucía, el pueblo andaluz, podría ser en esto, como en otros momentos históricos, un bastión de ruptura con el bipartidismo monárquico y los apéndices sindicales que lo legitiman. En defensa propia, por los pueblos y la humanidad.

Publicado en Tu Periódico Andaluz

lunes, 14 de abril de 2025

Andalucismo para una república plurinacional

Plaza con pintura de Lorca en Alpujarra de la Sierra, en Granada.

El estado español es un conjunto de identidades culturales con profunda raíz geográfica e histórica, que han devenido realidades políticas con voluntad de poder. La voluntad del pueblo andaluz, fruto de la aleación cultural mestiza que nos constituye, siempre fue la de una soberanía cooperativa. Federico García Lorca, el más universal de los andaluces, dijo “yo creo que el hecho de ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío,… del morisco, que todos llevamos dentro”. Hoy hubiese incluido al pueblo palestino y al pueblo saharaui.

El españolismo, simbolizado en la monarquía de raíz franquista, es un artefacto institucional para la concentración del poder. Sus objetivos son reducir la complejidad para imponer más fácilmente el dominio del capital, poner barreras a la consecución de derechos y traducir la división del trabajo en la división intracolonial de la economía. Así relega a unos pueblos a la desigualdad, la emigración, la destrucción ambiental y a la asignación a sus mujeres del papel de sirvientas, al tiempo que a otros le otorga la función industrial o financiera con la que absorben mano de obra destinada a la precariedad y la explotación.

El centralismo, que defienden la derecha y la ultraderecha, con la complicidad del PSOE y de la izquierda subalterna que no comprende que el internacionalismo no tiene porqué ignorar las distintas condiciones materiales y situación en la cadena de producción capitalista de las clases trabajadoras según el suelo que pisan, es el principal operador territorial del poder del dinero. Contra la concentración de poder político, la izquierda debe traducir el lema de la ecología “piensa global, actúa local” en un proyecto federal de cooperación entre pueblos.

El reconocimiento del valor político de las distintas identidades culturales para avanzar en justicia social y derechos, es clave. Reconocer la existencia de pueblos con conciencia de nación, entre los que se encuentra el andaluz, es condición de posibilidad para consolidar un proyecto emancipador con futuro.

Relegada, en el contexto global trumpista y de régimen de guerra, la etapa independentista de los soberanismos vasco y catalán con la persecución antidemocrática del aparato del estado, y no con el ejercicio del derecho a decidir, es preciso un horizonte republicano federal que busque la alianza entre pueblos. En ese camino estará Andalucía. El andalucismo es un proyecto de emancipación del pueblo andaluz en cooperación con, como dice nuestro himno, “los pueblos y la humanidad”. La arbonaida es la bandera republicana del pueblo andaluz que puede compartir el objetivo común de la tricolor.

Publicado en la Voz del Sur

martes, 8 de abril de 2025

Izquierda muleta o izquierda motor

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez y la líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz, se abrazan tras firmar un acuerdo para un Gobierno de coalición progresista, en un acto público en el Museo Reina Sofía, a 24 de octubre de 2023, en Madrid (España). El PSOE y Sumar han alcanzado un acuerdo programático para formar un nuevo Gobierno de coalición "progresista" tras cerrar sus líderes, los detalles de un pacto que es "fruto de las negociaciones que han tenido lugar desde finales de julio". El pacto incluye la reducción de jornada sin reducción salarial.
24 OCTUBRE 2023;GOBIERNO PROGRESISTA;COALICION;SUMAR;SUMAR
Eduardo Parra / Europa Press
24/10/2023

Pedro Sánchez, en la tradición del PSOE de Felipe González, nunca quiso a su izquierda ninguna fuerza política que le obligase a hacer lo que promete cuando se disfraza en los mítines de personaje de izquierdas. Durante mucho tiempo, hasta la irrupción del 15M de 2011, la farsa del PSOE como partido socialista obrero se sostuvo con palabrería, crédito a la clase trabajadora para que hipotecase su futuro y el de sus hijos, y una corte de periodistas y tertulianos a sueldo de grandes grupos mediáticos cuya misión era, y es, vestir el bipartidismo como un combate democrático entre la derecha y la izquierda.

El PSOE es el operador ya desenmascarado del régimen. Valedor de la monarquía, del IBEX 35, del belicismo otanista, del imperialismo estadounidense, del indecente rearme europeo, del genocidio contra el pueblo palestino, del regalo del Sahara a Marruecos, del freno al feminismo de clase y combativo, del camuflaje de la ecología con pintura verde, del permiso para que los fondos buitre estadounidenses acumulen miles de pisos —tres veces se ha citado Sánchez con los lobos de Wall Street en New York—, y de las políticas extractivas del sudor de las clases trabajadoras, promovidas por el FMI y el BCE, con el que acuñan dólares y euros para los bolsillos insaciables de ricos y fondos buitre.

La izquierda transformadora, para sostener los objetivos antifascistas por la democracia y los derechos, debe destapar la farsa de la socialdemocracia liberal que capitaliza voto de las clases trabajadoras con el arte del birlibirloque. Farsa en la que en demasiadas ocasiones son colaboradores necesarios los sindicatos, CCOO y UGT, e Izquierda Unida. A la operación de destape de esa farsa, en la legislatura del gobierno de coalición con Podemos, la izquierda de la transición y la allegada al sindicalismo mencionado, la llamó ruido. Esa izquierda muleta cooperó cuando el frufrú de togas alimentaba el poder mediático que elogiaba las bienaventuranzas de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez para desterrar a Irene Montero y reducir Podemos a cenizas.

La matemática del modelo electoral español hace que el PSOE, para seguir con su farsa, busque una izquierda testimonial. El PSOE busca una muleta que pueda revolear cuando no la necesite. Por eso la izquierda tradicional y los medios cooperantes de la farsa se empeñan en el marco de la unidad. Ese marco trata de subsumir a la izquierda transformadora que representa Podemos en la inutilidad, ocultando la esperanza con el conformismo del mal menor. Ninguna matemática electoral debe condicionar el futuro de una izquierda que vino para ganar. El malestar de la época crítica que vivimos, necesita trabajo, paciencia y didáctica mediática para llenar de energía una izquierda que sea motor y no muleta.

Publicado en Diario Red

domingo, 16 de febrero de 2025

¿Nucleares? No gracias

La central nuclear de Cofrentes — Rober Solsona / Europa Press / ContactoPhoto

Con la ocupación de la práctica totalidad de la zona de interés mediático por parte de Donald Trump y las pifias del gobierno con los desacordes entre PSOE y Sumar para parecer diferentes en relación a gravar con IRPF el SMI, ha pasado casi desapercibida la noticia de que el pasado miércoles el Congreso aprobó una PNL, no vinculante para el gobierno, para alargar la vida útil de los siete reactores nucleares que operan en España y, lo que es aún más grave, la posibilidad de afrontar nuevos proyectos nucleares en territorio español.

La PNL presentada por el PP salió adelante con los votos favorables de UPN y las abstenciones de ERC y Junts. Las derechas siempre han sido pronucleares, la cuestión energética es, por supuesto, una cuestión ideológica y política. Lo que no deja de sorprender es que ERC se abstenga en una votación que que te identifica con el modelo energético que defiendes. Aliarse directamente o indirectamente, como ha hecho ERC, con las derechas en materia nuclear expresa una posición de subordinación al lobby nuclear liderado en España por Iberdrola, ENDESA y Naturgy.

En España están en funcionamiento un total de siete reactores, Almaraz I y Almaraz II en Cáceres, Ascó I y Ascó II y Vandellós II en Tarragona, Cofrentes en Valencia y Trillo en Guadalajara. Construidas para una vida de cuarenta años, entraron en funcionamiento el siglo pasado entre 1983 y 1988, cuando dejen de operar, de acuerdo con el “protocolo de cierre ordenado de operación” firmado por sus empresas propietarias en 2019, habrán superado el tiempo para el que fueron diseñadas.

El argumento de ERC para la abstención que entregó la victoria al lobby nuclear no deja de ser calculadamente ambiguo. Por un lado, dice defender la transición energética hacia un modelo sostenible y por otro tener dudas de que el cierre de las nucleares, programado entre 2027 y 2035, vaya a suponer mayor dependencia catalana de las energías fósiles. Un argumento que no demuestra una visión de conjunto del momento ecológico y geopolítico planetario que vivimos.

Si ERC se abstuvo para parecerse a Junts y demostrar que también puede contribuir a infringir derrotas al gobierno, la posición resulta tan infantil como subalterna. Si lo hizo para no enemistarse con sectores sindicales o intereses impositivos municipales o autonómicos de corto alcance demuestra falta de valentía estratégica. Y si lo hizo por los motivos de Junts, esto es, para defender los intereses de las energéticas, que se benefician de la producción nuclear cobrada en el mercado eléctrico (pool) al precio de la más cara, entonces es que no es verdad que defienda la transición hacia un modelo energético que reduzca la dependencia externa de Cataluña y frene el cambio climático.

El modelo energético, junto con los flujos de materia y el modelo agroalimentario, son pilares determinantes para pensar una transición hacia una economía verde que sea cada vez menos dependiente de insumos externos y guerras arancelarias. La energía nuclear no es ecológica por mucho que la Comisión Europea la incluyese entre las energías susceptibles de recibir fondos para la transición energética. Lo que hay detrás de la PNL y de las intenciones del lobby nuclear es la presión de las eléctricas para reacondicionar las nucleares con cargo al estado, de acuerdo a nueva normativa de seguridad europea tras la catástrofe de Fukushima, dado que sus costes de operación son ya superiores a los de las renovables.

En términos económicos, la consideración de la energía nuclear como la energía más barata se ha construido sobre una operación de ingeniería financiera. Sumando, al costo de construcción, operación, mantenimiento y desmantelamiento, la gestión medianamente segura de los residuos nucleares, las cuentas no salen. Si incluyésemos los coste de las aseguradoras para garantizar la cobertura de los daños provocados por un accidente nuclear, el balance en contra resultaría definitivo. El mundo nuclear ha estado cobijado durante decenios por fondos públicos.

Por otro lado, no es generador de energía, no es soberano, quién depende tecnológicamente del exterior para el mantenimiento de la producción, para la obtención del combustible nuclear o su enriquecimiento, como es el caso de las centrales nucleares situadas en España. La energía nuclear no produce riqueza colectiva, produce sólo beneficio empresarial. El territorio que la acoge es solo un contenedor de daños y riesgos.

Si la nuclear resultase tan barata y abundante como se dice, su uso masivo provocaría la conversión del planeta en una sala de calderas, lo contrario de lo que han hecho los ecosistemas naturales durante millones de años. El viento y el sol son recursos distribuidos por todo el planeta. Energías renovables, eficiencia energética y sostenibilidad son las recetas ideológicas que contribuyen al bien común, lo demás son artificios de grupos de poder. Otra cosa es que las renovables no deben implantarse como se está haciendo, sin eficaz control público, con exclusivos criterios economicistas, sin planificación del territorio, destruyendo sistemas agrarios de alto valor, atentando contra espacios y recursos naturales a la vez que concentrando la producción en pocas manos.

Publicado en Diario Red

miércoles, 12 de febrero de 2025

Sin ti no soy nada

Mateo Lanzuela / Europa Press / ContactoPhoto

El editorial de Diario Red titulado ¿Está pensando Pedro Sánchez en convocar elecciones anticipadas?, vincula la alta posibilidad de responder sí a la pregunta con el hecho de que la vicepresidenta Yolanda Díaz y el coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, no paren de poner en el centro de su mensaje político la necesidad de retornar a la unidad con Podemos. La evidencia de que el mundo Sumar, que no hubiese nacido sin el apoyo cerrado del PCE, está bajo la dirección estratégica de Moncloa hace coherente tanto la pregunta como la respuesta afirmativa a la misma.

La machacona retórica de la unidad, tras haberla destrozado, demostraría dos cosas. La primera es que Sumar ha sido un fracaso de la tríada formada por PSOE, Izquierda Unida, dirigida por el PCE, y Els Comuns, dirigida por gente numeraria de la desaparecida Iniciativa per Catalunya Verds. La triada trazaba el eje Andalucía, Madrid, Cataluña, que concentran casi el 50% de la población del estado. El objetivo central de estas organizaciones era destruir a Podemos para repartirse el botín electoral y convertirlo en sillones arrodillados al bipartidismo monárquico. Objetivo que no solo no se ha conseguido, sino que entregó el poder al PP y Vox en buena parte de las autonomías y municipios en las elecciones del 28 de mayo de 2023, además de limitar la capacidad de influencia de la izquierda en todo el estado.

La segunda sería que, con los datos demoscópicos con que cuenta Moncloa, sin un peso electoral de la izquierda fruto de la renovada unidad con Podemos, el PSOE no tendría números para seguir gobernando el estado. Desde esta premisa, Pedro Sánchez ha puesto música de karaoke para que Yolanda Díaz y Antonio Maíllo canten a Podemos el tema de Amaral Sin ti no soy nada. Por contra, las bases militantes de Podemos, cuando oyen la cantinela de la unidad entonada por quienes la destruyeron sin conmiseración, tienen en la cabeza el tema Rata de dos patas de Paquita la del barrio. Esas tenemos.

Podemos ha convocado su quinta asamblea estatal, para la que la actual secretaria general, Ione Belarra, acaba de anunciar su candidatura a continuar dirigiendo el proyecto político que consiguió llevar a la izquierda estatal al gobierno de España después de ochenta años. El objetivo declarado es fortalecerse territorialmente y prepararse para cualquier escenario político y electoral

Parece que Podemos ha aprendido la lección. La prisa es mala consejera, los cambios profundos no se hacen en dos días. Sumar no es problema para nada, es un refresco sin gas. Izquierda Unida, es decir el PCE con su estructura menor dedicada a asuntos municipales, solo existe de facto en Andalucía, pero opera como si fuese una opción de estado. Haya elecciones anticipadas o no, es el momento de fortalecer orgánica e ideológicamente el proyecto de una izquierda transformadora federalista y plurinacional que dispute los espacios con el PSOE plantándole cara, al tiempo que evite las relaciones de dependencia emocional con el actual PCE.

Publicado en Diario Red

lunes, 10 de febrero de 2025

La imagen de Juan Manuel Moreno Bonilla

Juan Manuel Moreno Bonilla, en una imagen reciente.

Juan Manuel Moreno Bonilla, al lado de Donald Trump, Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo o Santiago Abascal parece un santo. Parece, pero no lo es. Moreno Bonilla preside el gobierno andaluz bajo la apariencia de no haber roto un plato en su vida, pero ejecuta las mismas políticas destructivas que Isabel Díaz Ayuso planta en Madrid. Con el agravante de que Andalucía tiene los peores indicadores socioeconómicos del Estado, no contiene sedes de grandes empresas ni de grandes bancos y su capital, Sevilla, es completamente subalterna del centralismo que reside en la capital del reino.

Por el AVE no viajan las inversiones en industria para las que el capital humano y empresarial andaluz están perfectamente preparados. Viajan gentes que vienen a llevarse calentitos los contratos públicos y celebrarlo en la feria de Sevilla. Esa es la metáfora de una economía pisoteada con bajo valor añadido. Salarios, indicadores de desempleo, desigualdad estructural de mujeres y jóvenes, pobreza, precariedad laboral, explotación de la inmigración y vivienda inasequible se suman a la inexistencia de políticas públicas en industria, agroecología, energía, sanidad, educación o dependencia.

El presidente andaluz oculta su auténtico trabajo de tres formas. La primera, una vez que se desprendió de su pacto con Vox, tras las últimas elecciones generales, es envolviéndose en la bandera de Andalucía, como lo hiciera el PSOE tras el referéndum por la autonomía máxima del 28 de febrero de 1980. Pura retórica sin aplicación práctica.

La segunda, no elevar nunca el tono y no perder la sonrisa, mientras entrega la educación pública a la iglesia católica, la formación profesional a tramas empresariales, y la sanidad a empresas con domicilio social en Madrid.

Y la tercera, parecerse al PSOE lo más posible. Por eso no entra al choque con Maria Jesús Montero, y por eso ha conseguido que el propio PSOE, en un error de bulto, lo apoye sin más para ser el próximo presidente del Comité de las Regiones de la Unión Europea. De hecho, no ha cambiado prácticamente nada de la estructura de poder de la que disponía el PSOE tras casi cuarenta años de gobierno andaluz.

Con una estrategia así, Juan Manuel Moreno Bonilla trabaja para Feijóo, para Isabel Díaz Ayuso y, en última instancia, para Donald Trump y su monaguillo español Santiago Abascal. Con las políticas del Partido Popular andaluz, la comunidad autónoma que podría ser por población el país quince de la UE y por territorio, el dieciséis, Andalucía, no va a tener voz propia para defenderse a sí misma en los debates de estado, en los de la Unión Europea y, mucho menos, en las dinámicas globales que pueden afectar gravemente nuestra economía y nuestros derechos como pueblo político.

Publicado en La Voz del Sur

martes, 28 de enero de 2025

La desorientación de Junts

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras — Alberto Ortega / Europa Press

La alianza de Junts con el PP para, junto con Vox, tumbar el RDL que subía las pensiones y el SMI, prorrogaba los descuentos en el transporte público, mantenía la prohibición de los desahucios sin alternativa habitacional, el corte de suministros de agua y luz a familias en situación de exclusión, contenía las ayudas por la DANA y 9.675 millones como entregas a cuenta para las comunidades autónomas, tenía como objetivo demostrar al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que puede hacer lo mismo en una moción de censura que invista a Alberto Núñez Feijóo con el compromiso de convocar inmediatamente elecciones.

Si el PSOE ha jugado con fuego llevando un RDL ómnibus tan relevante sin garantías de que salga adelante, Junts se ha comportado como un pirómano. El PNV se ha dado cuenta, lo ha dicho el lendakari, Inmanol Pradales, con suma claridad en los Foros de Vanguardia celebrados en Barcelona con presencia en primera fila de la cúpula de Junts. El proceder de la derecha nacionalista alimenta en Cataluña al PSC del presidente de Salvador Illa y su discurso, que tanto disgusta a Carles Puigdemont, de “vuelta a la normalidad”. Y en el estado alimenta al ayusismo y la ultraderecha.

El procés ha creado desorientación en Junts, acostumbrados los postconvergentes a tener el poder de la Generalitat, relegados a la diputación de Girona, parecieran incapaces de evaluar las consecuencias para su propia causa de los movimientos tectónicos que se están produciendo en el mundo y en Europa, alimentados por el triunfo de Donald Trump y el empuje del trumpismo en las democracias liberales europeas.

Si para los neofascismos los derechos de las mujeres, de la inmigración, de los colectivos LGTBI+, de la clase trabajadora, de los animales, de las generaciones futuras o el derecho a un medio ambiente adecuado son basura woke, como los califica Javier Milei, el derecho de los pueblos al autogobierno, a la soberanía y a la autodeterminación son casus beli. Ese es el mundo al que se enfrentan las democracias y que parecen ignorar los soberanismos que solo miran su ombligo.

Un mundo para el que la diversidad o la biodiversidad no cuentan, mucho menos va a contar el reconocimiento del derecho de los pueblos que se consideran nación a constituir y empoderar sus propias instituciones. Si los soberanismos, independentismos y nacionalismos, no introducen en su análisis la variable neofascista que inunda los tiempos que corren, si juegan en corto, el próximo gobierno de España será del PP y Vox con mayoría muy absoluta.

En la práctica Junts deberá elegir entre hacer manitas con quienes operan desde la capital del reino contra las demandas de soberanía, igualdad territorial y derechos, enfrentando a unos pueblos con otros, o trabajar con perspectiva histórica para forzar al PSOE a unirse en la defensa de un estado republicano democrático plurinacional. Si ignora el contexto actual, como está haciendo, perderá el apoyo de la burguesía catalana a la que representa, y ésta buscará, como está haciendo con Salvador Illa, otras vías de defensa de sus interés.

Frente al proyecto unificador, centralista y antidemocrático de la ultraderecha y el ayusismo que ha impregnado al PP de Feijóo, solo cabe potenciar un bloque histórico que promueva una alianza plurinacional por la democracia republicana entre los pueblos del estado. El independentismo catalán anda desorientado tras el fin procés, tanto el de Junts como, en menor medida, el de ERC. Se trata de hacer política territorial plurinacional superando el ámbito del territorio catalán y de otros territorios. Es pedir mucho, pero más vale un por si acaso que un quién lo iba a pensar.

Publicado en Diario Red

lunes, 20 de enero de 2025

Charnegos

Eduard Sola, premiado por el mejor guion por 'Casa en flames'.

Los dos acontecimientos estelares de la entrega de los premios Gaudí de la Acadèmia del Cinema Català han resultado un elogio de lo charnego. Calificación despectiva con la que en los años sesenta y setenta del siglo pasado la clase burguesa catalana señalaba a la población emigrante de Andalucía y Extremadura que llegaba a Cataluña para buscarse la vida huyendo del hambre y de la desigualdad territorial impuesta por el franquismo. El desprecio, como ahora respecto de la emigración de otras partes del mundo, esa actitud de desprecio se inoculaba en parte de la clase trabajadora de raíz catalana para mantener a la clase trabajdora enfrentada entre sí y no con los patrones.

La Cataluña de hoy no puede entenderse sin la sangre del sur. Sin el millón de andaluces que irrigaron con la sangre de su vida, trabajando en los empleos más duros, el crecimiento del capital catalán. Eso es lo que hemos visto en los Gaudí. Hay una conexión entre la historia que se cuenta en El 47 y el discurso emocionado de Eduard Sola al recibir el premio al mejor guion por Casa en flames. Casi dos millones de andaluces y extremeños emigraron fuera y dentro del territorio español a zonas donde el franquismo había decidido establecer la industria que sustentaba el desarrollismo que permitió el tresillo, el seiscientos y el telefunken. En esas zonas lucharon por su dignidad y la dignidad de todos y todas, andaluces o no.

Imaginen un mundo al revés. Si la SEAT en vez de instalarse en Martorell se hubiese instalado en Linares. A lo mejor en Andalucía hoy estarían los cineastas “polacos” reivindicando ese término y la valentía de sus abuelos catalanes para salir de su tierra a buscarse la vida. Un millón de andaluces y andaluzas recalaron en Cataluña. Sus nietos y nietas son hoy culturalmente catalanes. Es lo que hemos visto en los premiso Gaudí con El 47, premiada como mejor película, y en el discurso de Eduard Sola, premiado por el mejor guion por Casa en flames.

Esto dijo resumidamente Eduard Sola: “Mi familia está lejos de ser la familia de Casa en llamas. Nos gustaría tener una casa en la Costa Brava y un barquito para salir a navegar, pero no lo tenemos. En casa somos orgullosamente charnegos. Mis abuelos, todos, vinieron de Andalucía. El abuelo Eduardo era analfabeto y yo me dedico a escribir. Podría entender este Gaudí como una venganza por todas estas miradas de superioridad que en tres generaciones hemos tenido que soportar los que venimos de abajo de todo. Pero no lo haré. Si mi abuelo era analfabeto y yo me dedico a escribir es porque ha pasado una cosa y esa cosa se llama progreso, y el progreso es, indudablemente, un éxito colectivo. Si estoy aquí delante recogiendo un Gaudí no es gracias solo a mí, sino a la escuela pública, a los movimientos cívicos, a las casas de acogida, a las plazas donde he crecido y a las decenas de personas que me han acompañado. Enviemos a la mierda a los xenófobos, a los que se aprovechan de los otros, sigamos, por favor, acogiendo a los de fuera con los brazos abiertos, veremos como de aquí a unos años escribirán grandes historias catalanas”.

Emociona que las y los nietos de la emigración andaluza y extremeña, que hablan catalán como su propia lengua, reivindiquen la memoria de sus abuelos y sus padres, de sus abuelas y sus madres. El orgullo del catalanismo de raíces charnegas es trascendente porque rompe con el etnicismo, va contra el racismo y lanza un mensaje para el hoy. Sería magnífico que las y los catalanes auténticamente progresistas hicieran algún gesto de agradecimiento a estos charnegos y charnegas que dieron todo a Cataluña y lucharon por los derechos de la clase trabajadora. Lo único que han hecho es aportar. Si esto se reconoce, será más fácil un futuro político plurinacional en común en tiempos de ultraderecha despiadada.

Publicado en La Voz del Sur

viernes, 17 de enero de 2025

La decisión de María Jesús Montero

María Jesús Montero, anunciando su candidatura para dirigir el PSOE de Andalucía.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha instado a María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, a ser la oposición del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Los datos persistentes de las encuestas indicaban que el PSOE andaluz no remontaba, iba a menos. La culpa no es solo del liderazgo de Juan Espadas, también de la carencia de un proyecto renovado que saque a Andalucía del letargo.

La operación con apariencia de alcurnia pretende parecerse a la operación Salvador Illa en Cataluña. Pero el papel de Cataluña y Andalucía en el contexto de actual es muy distinto. Cataluña pinta para sí en la política de Estado, Andalucía no. Andalucía pinta para Madrid y las tácticas de poder del bipartidismo monárquico.

El PSOE necesita recuperar fuelle en Andalucía, una comunidad que aporta 61 de los 350 diputados en el Congreso, 13 más que Cataluña, 24 más que Madrid, 28 más que la Comunitat Valenciana, 30 más que Castilla y León, 38 más que Galicia y 40 más que Castilla-La Mancha. Sin Andalucía ni el PSOE ni la izquierda levantarán cabeza frente a un horizonte de fortalecimiento de la ultraderecha que podría gobernar España en alianza con el PP.

La vicepresidenta primera tiene dificilísimo darle la vuelta a las encuestas. La forma en que Moreno Bonilla ejerce el Gobierno andaluz se lo pone muy difícil. El PP andaluz ha absorbido en su beneficio toda la maquinaria de poder institucional que dejó engrasada el PSOE tras casi 40 años de ejercicio ininterrumpido del poder autonómico.

Durante cuatro decenios el PSOE hizo de la Junta de Andalucía una máquina de gestión administrativa dedicada a operar sobre la base de buena parte de la llamada sociedad civil, el empresariado, los medios de comunicación y los sindicatos UGT y CCOO. Juanma maneja la misma maquinaria autonómica con diplomática maestría. Por eso se muestra condescendiente con Montero, porque sabe que el barco solo ha cambiado de tripulación, pero el rumbo y las intenciones son similares. Mantener Andalucía controlada y a su favor.

María Jesús Montero lo tiene casi imposible porque no supone una renovación real del proyecto del PSOE para Andalucía. Pertenece a la vieja guardia socialista y tiene mácula en las políticas económicas y territoriales del PSOE respecto de Andalucía. Estuvo con Susana Díaz, la presidenta más nefasta que haya tenido esta tierra, cuando se puso al frente de la lealtad institucional para aplicar los durísimos recortes que imponía Rajoy.

Estuvo con Susana Díaz cuando pactó con Ciudadanos, despreciando a Podemos, a cambio de deteriorar la fiscalidad andaluza en favor de los ricos y de arrodillar Andalucía ante el españolismo centralista. Estuvo con Susana Díaz cuando se puso a la vanguardia del “a por ellos” enfrentando al pueblo andaluz con el catalán. Ahora con Sánchez tiene el papel de negociar la singularidad catalana al tiempo que ignora la singularidad andaluza. Lo tiene casi imposible sin proyecto andaluz propio.

Sorprende que el PSOE-A, que dice tener 40.000, no tenga proyecto y persona que supongan una auténtica renovación de su propuesta andaluza. Sorprende que en el PSOE andaluz no haya la más mínima capacidad de interpretar las necesidades de Andalucía a la luz de nuestra situación de desigualdad. La decisión de María Jesús Montero debería ser para la izquierda andaluza y andalucista un incentivo para aupar un proyecto de transformación, que no sea subalterno de la socialdemocracia liberal, ni se conforme con ser una pieza irrelevante en un proyecto de Estado. Un proyecto que piense en una habitación propia.

Publicado en La Voz del Sur

martes, 14 de enero de 2025

De la extraterritorialidad a la territorialidad

Donald Trump — BBC

La operación de reconfiguración del capitalismo occidental que aborda Donald Trump trata de anclar la economía especulativa de dominio estadounidense al territorio. Buena parte de los capitalistas de Wall Street necesitan aterrizar la economía para reconducirla hacia la propiedad, la fábrica, y el intercambio de mercancías. Volver a la territorialidad es la manera en que buscan defenderse de China y sus BRICS.

Vuelve el capitalismo occidental con los pies en la tierra. Para ello los capitalistas de los EE.UU. necesitan territorio rico en materias primas, despreciar los límites biofísicos planetarios, expoliar masivamente el tiempo de las mujeres y liquidar cualquier atisbo de democracia trasformando toda relación con sus aliados occidentales en relaciones coloniales de imposición y dependencia. Sus necesidades señalan donde deben estar las prioridades de la lucha política de las izquierdas. Piensa gloal, actúa local.

En la crisis de 2008 los mercados y la gran banca quebraron consecuencia de la distancia del valor de los productos financieros y el valor real de las cosas. Tras las primeras crisis del petróleo, crisis ecosistémicas de límites, el capitalismo occidental decidió desprenderse de la fábrica y delegarla a China y el sudeste asiático. Se especializaría en mercados de futuros, suprime y artificios bursátiles para que el dinero ganase dinero a fuerza de algoritmos, información privilegiada y clicks. Eso se acabó con la crisis de 2008.

Como ha descrito en este medio Cristina Buhigas en un artículo reciente titulado Los ‘PIGS’ están ahora en el norte, los límites de la economía estadounidense no son financieros. La Reserva Federal fabrica todo el dinero que necesitan sus capitalistas y el estado cuando lo necesitan. La deuda pública estadounidense está al cierre de 2024 en 1,9 billones de dólares (superior al 120% de su PIB, su déficit público es del 6,4%. Así mismo, tanto Reino Unido, como Alemania, Italia o Francia tiene valores de deuda y PIB muy superiores a los aprobados por el parlamento europeo en abril como objetivos para 2025, 60% del PIB y 3% de déficit. Por mucho menos fueron condenados Portugal, Italia, Grecia y España en 2010.

Entregada Europa al régimen de guerra impuesto por las necesidades de la máquina capitalista estadounidense, como explica Manel Pérez en La Vanguardia en un artículo titulado El 5% de Trump: el impuesto imperial: "el dólar y la hegemonía militar son dos vasos comunicantes del mismo mecanismo que gobierna el mundo y su economía. EE.UU. necesita colocar cada año, prácticamente gratis, casi 2 billones de dólares, para mantener la bicicleta en marcha.” Con el régimen de guerra gestionado en Europa por el ex primer ministro neerlandés, actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Donal Trump quiere reducir su deuda y afrontar sus planes expansionistas a costa de deuda europea para comprar armas y combustibles fósiles a los EE.UU.

El comandante en jefe del capitalismo occidental, Donald Trump, para reconducir el crecimiento desde la extraterritorialidad especulativa a la territorialidad, necesita, por un lado, territorios ricos en materias primas, Canada y Groenlandia, control de las rutas comerciales, Canal de Panamá y el Ártico, dominio de las reservas petrolíferas, Venezuela, Oriente Medio y apoyo total al sionismo genocida israelí, y por otro, colocar procónsules en toda Europa y América latina, para lo cual ha delegado en Elon Musk y su capacidad digital de subversión de cualquier atisbo de democracia mediática. Trump no quiere aliados, quiere súbditos. Enric Juliana lo ha dicho en La Vanguardia, Imperio, palabra de 2025.

La política imperial territorial de los EE.UU. coge a Europa con el fascismo cabalgando de nuevo en su interior, habiendo roto toda relación de vecindad con Rusia, y, lo que es peor, con un conjunto de líderes que dirigen los estados de la UE mirándose el obligó y de reojo el de sus socios, sin perspectiva ni capacidad para defender un proyecto común alternativo al régimen imperial de guerra al que el trumpismo apuntala. Si duras fueron las consecuencias de la huida del capitalismo occidental a la esfera extraterritorial de la ficción bursátil, más duro pude ser su aterrizaje en un mundo biofísico hastiado de calentamiento global, daño ambiental y permanente escasez de recursos para sostener los indicadores de crecimiento.

Publicado en Diario Red

viernes, 10 de enero de 2025

María Jesús Montero, ¿baronía o federalismo?

MARIA JESUS MONTERO
Francisco J. Olmo / Europa Press

El PSOE bajo la dirección estratégica de Pedro Sánchez está reestructurando su oferta electoral territorial de cara al nuevo ciclo electoral que se abrirá con alta probabilidad en 2026. No hay política sin territorio. No hay poder político sin territorio, pregúntenselo a Donald Trump. En el Estado español toda política está condicionada por la diversidad territorial. La tensión entre los poderes económicos, judiciales, mediáticos y políticos que operan en Madrid y los intereses de comunidades políticas constituidas o no institucionalmente, o de sectores económicos o sociales enraizados en las periferias, es permanente.

Pronto, en el Estado de las autonomías, sin cámara territorial fruto de la CE del 78, aparecieron en la prensa los términos barón o baronesa para designar a las presidencias de las distintas comunidades autónomas. El concepto medieval alude por un lado a la persona que ostenta la gestión del poder en un territorio concreto, baronía, y por otro, a su obligada obediencia al rey. La baronía la otorga el rey, el cual tutela la gestión que ejecuta el barón, o la baronesa.

Desde Madrid DF (expresivo hallazgo de Enric Juliana para designar el lugar donde se concentran los grandes poderes del Estado), los términos barón o baronía se usan con enfoques despectivos o conflictivos. La idea que se quiere trasladar desde el centralismo monárquico bipartidista es que el poder territorial es un estorbo para el ejercicio de las políticas de Estado. En realidad el estorbo para la auténtica democracia es siempre la concentración de todo el poder en un punto.

A pesar del esfuerzo homogeinizador para imponer una visión de España monótona, nadie ha podido acabar con la diversidad cultural y plurinacional del Estado. Ni siquiera durante el tiempo en que gobernó directamente el fascismo asesino franquista. Las realidades culturales históricas pueden ocultarse pero no extirparse. Por ello, tanto el PP como el PSOE no tienen más remedio que aceptar y gestionar la existencia de voces territoriales.

Tanto el PSOE como el PP se ven obligados a adaptar territorialmente sus estrategias de Estado a sus condicionantes autonómicos si quieren tener posibilidades de gobernar España. Eso es lo que está haciendo Pedro Sánchez. Esa es el fondo de la designación de María Jesús Montero como secretaria general del PSOE andaluz. Esa es la clave de la convivencia en el PP de Isabel Díaz Ayuso con Juan Manuel Moreno Bonilla, o de Emiliano García Page con Salvador Illa en el PSOE. Baronías toleradas.

España es una realidad impuesta desde el centro que no puede ser gobernada sin las periferias salvo liquidando la democracia, el proyecto de Vox y Ayuso; ni sin la atención a su diversidad cultural y política territorial, la necesidad que aceptan sin quererla los partidos monárquicos, PP y PSOE. Por ello, una nueva izquierda que aspire a gobernar superando el bipartidismo solo podrá hacerlo con la articulación orgánica interna de un proyecto verdaderamente federal. Es el momento de activar esa propuesta. Es el momento de pasar de la epifanía extraterritorialidad del 15M, radiada desde Madrid, a la asunción orgánica de la complejidad territorial. Además, como en la naturaleza, la complejidad es una condición para la resiliencia.

Publicado en Diario Red

sábado, 4 de enero de 2025

La arbonaida es un arma cargada de futuro

Juan Manuel Moreno, en el día de la bandera de Andalucía.

La economía va como un tiro, dijo Pedro Sánchez el verano pasado. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, se enorgullece de las exportaciones agrarias andaluzas, de los impresionantes datos de número de turistas que visitan en Andalucía y de la creación de empleo. Carlos Cuerpo, ministro de Economía, saca pecho, este principio de año, del índice de crecimiento económico de España en el marco europeo y proyecta para 2025 la felicidad crecentista. Para el bipartidismo con poder institucional, uno en España y el otro en Andalucía, esto es jauja y nadamos en la abundancia.

Las familias andaluzas tienen la percepción domesticada por Canal Sur. Todo son albricias a Bonilla y abucheos a Sánchez, todo es Cataluña y España se entendiendo contra Andalucía. Andalucía no existe en Canal Sur si no es para ayudar a Ayuso y sus intereses en el capitalismo castizo y el fondismo buitre global. Se oculta que el PP andaluz no tiene proyecto social para Andalucía. El PP andaluz vive de las mismas albricias bipartidistas del PSOE que gobierna el estado. Sendos viven de los indicadores macroeconómicos de crecimiento,  PIB y déficit público. Indicadores que no dicen nada sobre la vida de la gente común.

El proyecto fiscal del PP andaluz proyecto es bajar impuestos a la fracción de población más rica, como el de Ayuso o el de Trump. Su proyecto económico es la insistencia en el turismo, la construcción y la economía agraria intensiva, cada vez más en manos de fondos ajenos a Andalucía. Con una política así el gobierno andaluz tiene cero credibilidad para exigir, en un imprescindible pacto de estado para la financiación autonómica, lo que a Andalucía corresponde por derecho propio y por el expolio histórico que ha sufrido en emigración, capital y déficit inversor del estado en infraestructuras e industria.

Cuando las familias andaluzas dejen de mirar en Canal Sur y en las calles de los centros de nuestros pueblos y ciudades la fantasía de la iluminación led, y miren sus nóminas, sus cuentas bancarias y los precios de la vida, chocarán con una realidad que no coincide con el espejismo. Cuando las deudas de las tarjetas de crédito digan aquí estoy yo, aflorarán las preocupaciones sobre el coste de la vivienda, de la luz, del agua, del teléfono, de internet, de los alimentos, de los productos de primera necesidad, del comedor escolar, las actividades extraescolares y la cultura. En febrero, donde las tarjetas bancarias han desplazado la cuesta de enero, retornará, si es que se fue tan solo unos días, la realidad de la mala atención sanitaria, la deficiente aplicación de la ley de dependencia, y la visibilidad del deterioro de la educación y la universidad con la entrega de dineros y gestión a las fábricas de ideología ultraconservadora que son los centros concertados.

El desempleo ha bajado en Andalucía una barbaridad, como lo ha hecho en todo el estado, pero mantiene un diferencial del 6% respecto de la media del Estado. Andalucía renquea no solo en el tirón de la creación de empleo, sino que el empleo que crea es de bajo valor añadido. Un empleo para bares y restaurantes, para prestar servicios en hoteles, para la agricultura mal pagada y para el gran comercio. Empleos de bajos salarios que tiran a la baja del salario de todos los demás sectores, incluidos los que requieren alta cualificación.

El sector turístico, del que tanto se enorgullecen nuestros próceres políticos, antes del PSOE y ahora del PP, encarece directa e indirectamente la vivienda, una vivienda inasequible con los bajísimos salarios. Una vivienda, tan cara para el alquiler o la compra, que las familias no pueden afrontarla sin asfixiar su economía de supervivencia. Necesitamos otro modelo turístico que cree valor añadido real y no destruya Andalucía. Por su parte, el sector agrario, solo puede competir a base de explotación de la clase jornalera y la inmigración. Esta no es la economía que se merece Andalucía. Y no vamos a salir de ella si no exigimos lo que nos corresponde.

Andalucía no va a salir de ser la peor situada en los indicadores de empleo, desigualdad, pobreza, indice salarial, desigualdad de género estructural, industrialización, déficit de infraestructuras ferroviarias o flujo de emigración cualificada, si no aborda una estructura fiscal propia que sea justa social y ambientalmente. Si no extrae de los beneficios del sector turístico una fiscalidad de compense los daños ambientales y sociales que crea. Andalucía no va a salir del atraso relativo respecto del resto de territorios del estado plurinacional si no se opone con fuerza a las consecuencias de las balanzas fiscales y la ordinalidad que quieren imponer los soberanismos catalanes, el de derechas y el de izquierdas.

Andalucía no va a salir de su atraso relativo si no reivindica a su gobierno y al gobierno del estado un trato privilegiado para la reindustrialización de todo nuestro territorio, un territorio conectado con África, América Latina y Europa que tiene costa este y costa oeste. Andalucía no va a salir de su atraso relativo si no exige imperativamente que el tren de mercancías y pasajeros articule todas nuestras comarcas conectándolas con el sur, el norte, el este y el oeste. Andalucía no va a salir del atraso histórico sin una apuesta clara por la agroecología, el urbanismo bioclimático y la industria cultural con raíces para ser propietaria de su potencia identitaria universal.

Andalucía no va a salir de su desigualdad interna y externa si la izquierda andaluza no interioriza que nuestra auténtica bandera republicana es la verdiblanca, que el andalucismo es el marco de acción táctica y estratégica. Las banderas no son trapos, la bandera andaluza no tiene lastre negativo del pasado, todo su simbolismo es positivo. Lo usa el presidente andaluz para resignificarla a su favor. El sentido de la verdibalnca que hay que enarbolar no solo es para rendir homenaje a nuestra pasado, si no para convertirla en arma para ganar nuestro futuro. La arbonaida es un arma cargada de futuro.

martes, 31 de diciembre de 2024

El niño del coro

Ambiente flamenco en Santiago este sábado.

Os voy a contar porqué me hace mucha ilusión publicar de vez en cuando en la sección de opinión de lavozdelsur.es. Este medio digital tiene sus raíces más profundas en Jerez de la Frontera, donde nació. Yo viví varios años en Jerez de la Frontera, justo los últimos años de colegio y los primeros de instituto. Se dice que uno es de donde estudia el bachillerato. Ahora sería la secundaria. Entre unas cosas y otras tengo mi corazón partío y repartío por toda Andalucía, pero en Jerez tengo el bachillerato.

Nací en Granada, mis padres se conocieron en el Albayzín, soy de Granada. Todas las navidades pongo en casa villancicos flamencos. Los que más pongo son los villancicos que canta Jerez. Jerez de la Frontera. Afortunadamente por razones de trabajo, cuando yo era un niño, mi familia recaló en ese pueblo auténtico que lleva en sus genes la esencia cultural mestiza de Andalucía. Esencia que Jerez siente, conserva y promueve gracias a la fuerza expresiva del pueblo gitano andaluz.

Hice octavo de EGB en el colegio público Carmen Benitez. En Jerez lo saben, pero para quien no lo sepa les diré que el colegio estaba en el corazón del barrio de Santiago. No es bueno comparar porque Andalucía es la matria del flamenco, pero es justo decir que Santiago, y Jerez entero, en cuestión de flamenquería gitana, está fuera de concurso. El antiguo BUP lo hice en el Padre Luis Coloma, el COU y Químicas en Granada.

En ese edificio neoclásico de principios del siglo XX, el Carmen Benitez, y en ese barrio jerezano habitado por familias gitanas, el niño que era no era consciente de que estaba construyendo una identidad que, años después ya en Granada, se le revelaría como propia al volver a visitar la casa del flamenco que estaba en su memoria.

Fue en Santiago, vivíamos en la calle Juan de Torres, donde mi madre me preguntó imperativa que qué iba a estudiar. Un negado para la música, no digamos ya para el cante, como yo era, ya se sabía por entonces de memoria la tabla periódica de los elementos. Le dije que química. Mi padre al lado se quedó ojiplático pidiéndole a mi madre que me preguntará que a dónde iba yo a ir con eso en Andalucía. Años después cuando me acuerdo de ese hecho anecdótico pongo en casa el tema Química de Diego Carrasco. Disfruto con su ritmazo, soniquete y compás santiaguero, recreando aquella escena en la cocina de casa.

También fue en Santiago, en el colegio público Carmen Benítez donde me echaron del coro. Un maestro de música retaquillo y pelirrojo preparaba el coro del colegio para la gira navideña. El coro del Carmen Benitez no tenía rival. Me apunté al coro, como me apunté al baloncesto o a escribir redacciones. Llevábamos tres días de ensayos cuando Don Carmelo, nos ordenó y dijo: hoy vamos a hacer una pruebas de sonido. Vamos a empezar cantando esto, no me acuerdo el tema, cuando yo baje la mano, todo el mundo se calla ipso facto.

Y así a la tercera vez me quedé solo. El maestro, aún vivía el dictador, no se andó con miramientos. Me miró fijamente y me dijo: vete de aquí y no vuelvas más. No recuerdo frustración alguna. Llegué a mi casa y en la misma cocina en que le dije a mi madre que iba a estudiar química le conté lo sucedido. Mi madre, que me conocía como si me hubiese parido, me dijo: ¿que te han echao del coro? Normal, tu dedícate a otra cosa que tienes el mismo oído que tu padre. Ahí terminó el disgusto.

Muchos años después, recuerdo estas anécdotas y otras, las recuerdo con más emoción cuando escucho los villancicos que Jerez ha llevado al altar de la historia de Andalucía. Las recuerdo escuchando las maravillas que hace Luis de Perikín con su gente en Así canta Jerez por Navidad y pienso, con alegría, que, en ese coro de Santiago, quién sabe, podían estar La Macanita o José Mercé, y que yo, claro, como dijo acertadamente mi madre, no estaba hecho para destrozar la belleza flamenca y gitana del coro de voces de Santiago.

Publicado en La Voz del Sur