Las elecciones locales no nos han traído un cambio de gobierno, pero sus consecuencias se ven a las claras.
En la Alhambra hay acusaciones graves, más graves que las de la boda en el Carlos V. La más sorprendente es la de blanqueo de capitales. Veremos a ver en qué queda, porque si es así habremos de reivindicar con más fuerza que el patronato de la ciudadela de Boabdil utilice sus recursos para blanquear el Albayzín, el Sacromonte, Valparaiso y el valle del Darro.
Lo de TG7, salvando las distancias, se parece a lo de los ERES. Veremos también a ver. Granada nunca necesitó una televisión local, quienes únicamente la necesitaba eran los próceres del PP. Ya fue un mal negocio su adquisición que contribuyó a nuestro particular agujero negro presupuestario.
En el Patronato de la Fundación Lorca deberán estar en verso de Lorca “dando saltos jabonados de delfín” buscando los 12 millones de euros desaparecidos.
Del AVE sabemos más los granadinos que la concejal de urbanismo, que dice que no le cogen el teléfono en el ministerio desde hace meses.
No son serpientes de verano, son culebrones que duran años.
Desde luego con esta panorámica podemos recitar aquello de “por los ríos de Granada sólo reman los suspiros.”