Vaya vaya con las balanzas fiscales y el España nos roba, vaya vaya con las amenazas de impugnación presupuestaria de Montoro y las acusaciones de comunidad andaluza subvencionada, mientras las grandes empresas que mueven los grandes capitales tienen sus domicilios fiscales mayoritariamente en Madrid, otras cuantas en Barcelona y alguna por ahí, las menos.
Si el sentido de España es la unidad y cantar yo soy español cuando se gana al fútbol, entonces España no tiene sentido, menos sentido aún para los andaluces. Si el sentido de España es la justicia, la igualdad, la democracia, el respeto a las nacionalidades y la culturas diversas, la garantía del derecho a la educación, la sanidad, el trabajo, la vivienda, las pensiones con dignidad y promoción de la felicidad de la gente, entonces tal vez tenga sentido pensar España.
Avanzamos irremediablemente a unas elecciones generales que serán segunda vuelta de las elecciones catalanas. En nuestras manos está mantener a los causantes del problema en el poder, cambiarlos por su sucedáneo proveniente de Cataluña o cambiar de verdad para que en el marco de la reforma constitucional que se avecina segura tengan importancia relevante las voces de los derechos sociales, económicos y ambientales, y la voz soberana de Andalucía para que no se nos hurte ni nuestro pasado ni la posibilidad de construir plenamente nuestro futuro.