miércoles, 17 de febrero de 2016

La bandera de Susana Díaz para el 28F de 2016

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Fijaos en la bandera de la escena de la fotografía, sobre todo quienes pensáis que las banderas no son importantes, quienes no reconocéis en ellas más que una tela con colorines. Las banderas tiene contenido semántico y etimológico, expresan sentido según el contexto, tiene gramática e historia, como los idiomas.


La bandera de la imagen es la que esgrimen policías locales de Madrid que vivían laboralmente en las unidades antidisturbios, que ninguna ley prohíbe que creen los municipios. Estos polis ni han sido despedidos ni desahuciados, ni recortados en derechos ni en salario. Sólo ocurre que el nuevo gobierno municipal de Madrid piensa que es mejor potenciar la poli de barrio que ayuda a la vecindad (y más barato) que la poli preparada para dar ostias si al pueblo le da por protestar.

Pero volvamos a la bandera de la imagen. Salvo en las competiciones deportivas, la bandera rojigualda, ah, pobre bandera, aparece siempre en la calle para pedir coerciones o agredir derechos (incluso se atrevió con Bono), ya sean de los pueblos, las mujeres o los artistas. Una bandera muy seria. Sólo el fútbol, la selección española, le concede la paz a la que nunca aspira.

Sin embargo y por contra, la bandera que nunca agrede es la andaluza, es la que sacamos aquí para defendernos de agresiones sociales, reclamar derechos o reivindicar nuestra identidad de pueblo antiguo. Una bandera alegre.

Ya sabemos que la bandera que defenderá Susana Díaz este 28F es la de la imagen de este post. Ella y su corte lo han anunciado a lo grande, y para ello no van a escatimar esfuerzo en el intento de tergiversar la historia. Llevan haciéndolo más de 30 años con el resultado de cifras de desempleo, desahucios, pobreza y desigualdad de las peores de la Unión Europea.

Enfrentar a Andalucía con los deseos de decidir de la mayoría del pueblo catalán y con los deseos de cambio de la mayoría de los pueblos de España, incluido el andaluz, es un acto de irresponsabilidad política que, si nosotros y nosotras, los andaluces y las andaluzas, no lo denunciamos nos situará en un papel subalterno de las clases dominantes españolas, catalanas y vascas, como se intentó en la transición en el proceso de redacción de la Constitución del 78.

Si Susana sigue así, entregando Andalucía a los poderes fácticos de España, será preciso otro 4 de diciembre de 1977.

@marioortega