MIGUEL RODRÍGUEZ
Una de las movilizaciones de la Marea Amarilla.
Llegó Rajoy el viernes pasado y prometió el AVE para el año que viene. De propina prometió, como vienen prometiendo, que se soterrará a la entrada de la ciudad en “una segunda fase”. Álvarez Cascos (PP ) lo incluyó en el plan (2000-2007), Magdalena Álvarez (PSOE) lo ratificó en 2004 junto con el eje Sevilla-Antquera. Zapatero prometió que llegaría a Granada en 2007.
Tiene más promesas el AVE que la Virgen de las Angustias y el Señor del Paño juntos. Quince años de promesas, de debates de dobles o simples vías, de cambios de trazado por Loja, por acá y por acullá, de ojos de la codicia sobre los terrenos de RENFE, que si en superficie que si soterrado, que si estación nueva de Moneo o que si provisional por Merca Granada.
Es lo que tiene Granada. Naces aquí y desde el día que tienes uso de razón hasta que te haces bien mayorcito vives la política como una interminable telenovela de espejismos y promesas. Temporada a temporada nos cuentan cuentos para que algunos vivan de los cuentos que nos cuentan.
La promesa de la autovía Bailén-Motril, la actual A-44 o autovía de Sierra Nevada-Costa Tropical, anduvo prometida prácticamente veinticinco años. Algunos diputados que la prometieron se jubilaron en el atasco a la costa. La historia de esta promesa comenzó allá por mediados de los ochenta del pasado siglo y acabó a punto de entrar la segunda decena del XXI.
El tramo de autovía litoral desde Algeciras a Barcelona y de ahí para Europa (A-7) a su paso por la provincia de Granada fue el último en ejecutarse. Durante más de veinte años hasta 2015, la conexión litoral por Granada entre Almería y Málaga fue una enorme promesa incumplida año tras año.
En los casos anteriores, como ahora en el del AVE, los políticos del partido A y los del partido B, según quien tuviese el gobierno de Madrid (el de Sevilla es fijo), han prometido durante al menos 20 años que se terminaría al año siguiente.
La promesa política de infraestructuras en Granada ha funcionado como una zanahoria delante de un burro con anteojeras. Resulta que, y eso es una evidencia, las promesas le han sido muy útiles al bipartidismo. Fijan el voto de los fijos, y capturan según el momento, un poco de voto de los no tan fijos. Quítate tu para ponerme yo.
Con el hospital del PTS más de lo mismo, pero peor. Más de veinte años en forma de espejismo, y cuando viene a abrirse resulta que es un gigante al que le faltan la mitad de las tripas y la otra mitad es un mal trasplante procedente de los dos hospitales completos que Granada tenía.
¿Seguimos? Por ejemplo la presa de Rules (hela ahí con agua y la agricultura tropical de Almuñécar seca de solemnidad por falta de la canalización prometida por el equipo A y el equipo B). O las promesa de agrandar el aeropuerto de Granada, al que finalmente lo que se le agrandó fue el nombre llamándolo “Aeropuerto Federico García Lorca Granada – Jaén.” O la segunda circunvalación, ese gigantesco desastre agroambiental para la vega de Granada.
Mientras tanto, mientras las promesas de nuestra telenovela política inmemorial sirven, temporada a temporada, a la serie bipartidista, Granada se ha convertido en una de las metrópolis más contaminadas de España, o sea, de Europa, con los trenes de larga, media y corta distancia desmantelados, con dos medios hospitales alejados por un atasco circulatorio, con más de cuatro millones de euros de coste adicional por el LAC, sin redes reales para la bicicletas, con ratios de zonas verdes que no cumplen los estándares de los organismos internacionales, con el mismo récord de turismo que de paro, trabajo precario, cortes de luz, desigualdad y población en riesgo de pobreza. Y con un proyecto de entrada del AVE que es una yaga letal en la configuración urbana de la relación entre la Chana, los barrios del norte y la ciudad, sin contar la amenaza ladrillera para los terrenos de RENFE.
En resumen, la inversión en infraestructuras de "transporte" y "movilidad" en Granada: AVE, autovías, Metro, LAC, circunvalaciones 1 y 2, ha sido, a base de promesas largo tiempo incumplidas, un sepelio permanente de dinero público, de tiempo eterno, de medio urbano, natural y agrario, de salud, de paciencia ciudadana y un desastre para el transporte público, las conexiones ferroviarias y la planificación interrelacional con todos los elementos que deberían conformar una ciudad amable y eficaz. Parcheo permanente y desprecio por la calidad de vida y la salud de las personas.
Al menos con la lucha que lidera el Dr. Candel y las plataformas de trabajadores y trabajadoras y de la salud granadina, podemos mantener la esperanza de doblar por primera vez el pulso a la indolencia y a la mala gestión y los recortes de quienes mandan desde hace muchiiiiiisimos años, los unos A y los otros B.
Ya está bien, esperemos que la plataforma Granada en Marcha y la Marea Amarilla alcancen el potente grado de movilización que ha alcanzado la marea ciudadana contra la fusión hospitalaria y por dos hospitales completos.
A Granada ya le va tocando dejar el tiempo de las promesas para pensar y actuar por sí misma.
Tiene más promesas el AVE que la Virgen de las Angustias y el Señor del Paño juntos. Quince años de promesas, de debates de dobles o simples vías, de cambios de trazado por Loja, por acá y por acullá, de ojos de la codicia sobre los terrenos de RENFE, que si en superficie que si soterrado, que si estación nueva de Moneo o que si provisional por Merca Granada.
Es lo que tiene Granada. Naces aquí y desde el día que tienes uso de razón hasta que te haces bien mayorcito vives la política como una interminable telenovela de espejismos y promesas. Temporada a temporada nos cuentan cuentos para que algunos vivan de los cuentos que nos cuentan.
La promesa de la autovía Bailén-Motril, la actual A-44 o autovía de Sierra Nevada-Costa Tropical, anduvo prometida prácticamente veinticinco años. Algunos diputados que la prometieron se jubilaron en el atasco a la costa. La historia de esta promesa comenzó allá por mediados de los ochenta del pasado siglo y acabó a punto de entrar la segunda decena del XXI.
La promesa política de infraestructuras en Granada ha funcionado como una zanahoria delante de un burro con anteojeras. Resulta que, y eso es una evidencia, las promesas le han sido muy útiles al bipartidismo
El tramo de autovía litoral desde Algeciras a Barcelona y de ahí para Europa (A-7) a su paso por la provincia de Granada fue el último en ejecutarse. Durante más de veinte años hasta 2015, la conexión litoral por Granada entre Almería y Málaga fue una enorme promesa incumplida año tras año.
En los casos anteriores, como ahora en el del AVE, los políticos del partido A y los del partido B, según quien tuviese el gobierno de Madrid (el de Sevilla es fijo), han prometido durante al menos 20 años que se terminaría al año siguiente.
La promesa política de infraestructuras en Granada ha funcionado como una zanahoria delante de un burro con anteojeras. Resulta que, y eso es una evidencia, las promesas le han sido muy útiles al bipartidismo. Fijan el voto de los fijos, y capturan según el momento, un poco de voto de los no tan fijos. Quítate tu para ponerme yo.
Con el hospital del PTS más de lo mismo, pero peor. Más de veinte años en forma de espejismo, y cuando viene a abrirse resulta que es un gigante al que le faltan la mitad de las tripas y la otra mitad es un mal trasplante procedente de los dos hospitales completos que Granada tenía.
¿Seguimos? Por ejemplo la presa de Rules (hela ahí con agua y la agricultura tropical de Almuñécar seca de solemnidad por falta de la canalización prometida por el equipo A y el equipo B). O las promesa de agrandar el aeropuerto de Granada, al que finalmente lo que se le agrandó fue el nombre llamándolo “Aeropuerto Federico García Lorca Granada – Jaén.” O la segunda circunvalación, ese gigantesco desastre agroambiental para la vega de Granada.
Mientras tanto, mientras las promesas de nuestra telenovela política inmemorial sirven, temporada a temporada, a la serie bipartidista, Granada se ha convertido en una de las metrópolis más contaminadas de España, o sea, de Europa, con los trenes de larga, media y corta distancia desmantelados, con dos medios hospitales alejados por un atasco circulatorio, con más de cuatro millones de euros de coste adicional por el LAC, sin redes reales para la bicicletas, con ratios de zonas verdes que no cumplen los estándares de los organismos internacionales, con el mismo récord de turismo que de paro, trabajo precario, cortes de luz, desigualdad y población en riesgo de pobreza. Y con un proyecto de entrada del AVE que es una yaga letal en la configuración urbana de la relación entre la Chana, los barrios del norte y la ciudad, sin contar la amenaza ladrillera para los terrenos de RENFE.
En resumen, la inversión en infraestructuras de "transporte" y "movilidad" en Granada: AVE, autovías, Metro, LAC, circunvalaciones 1 y 2, ha sido, a base de promesas largo tiempo incumplidas, un sepelio permanente de dinero público, de tiempo eterno, de medio urbano, natural y agrario, de salud, de paciencia ciudadana y un desastre para el transporte público, las conexiones ferroviarias y la planificación interrelacional con todos los elementos que deberían conformar una ciudad amable y eficaz. Parcheo permanente y desprecio por la calidad de vida y la salud de las personas.
Al menos con la lucha que lidera el Dr. Candel y las plataformas de trabajadores y trabajadoras y de la salud granadina, podemos mantener la esperanza de doblar por primera vez el pulso a la indolencia y a la mala gestión y los recortes de quienes mandan desde hace muchiiiiiisimos años, los unos A y los otros B.
Ya está bien, esperemos que la plataforma Granada en Marcha y la Marea Amarilla alcancen el potente grado de movilización que ha alcanzado la marea ciudadana contra la fusión hospitalaria y por dos hospitales completos.
A Granada ya le va tocando dejar el tiempo de las promesas para pensar y actuar por sí misma.