En un texto de hace unos años titulado Tributo a las Plataformas Ciudadanas, adaptado para Paralelo 36 en octubre de 2010, describía el fenómeno de este modelo de lucha ciudadana:
“El afloramiento de la verdadera sociedad civil, constituida en lo que se viene denominando plataforma ciudadana, es un fenómeno en auge en los últimos años.
Las plataformas ciudadanas surgen como necesidad organizativa vecinal de gentes afectadas, y concienciadas, para dar respuesta a problemas locales concretos, debido a las fuertes carencias democráticas del modelo de toma de decisiones que afectan a lo colectivo. Aportan la perspectiva del que sufre las acciones del poder, son agentes desenmascaradores de las ilusiones ópticas que venden aquellos que dicen trabajar por nuestro bien sin tener en cuenta lo que pensamos ni lo que sabemos por experiencia. Carencias que se manifiestan en el sigilo con que se aprueban proyectos urbanísticos, y en el ocultismo de las administraciones ante la demanda de información completa y veraz. Esta prepotencia está amparada por legislaciones crípticas, por la laxitud en el control de su cumplimiento y por la falta de instrumentos legales ágiles que limiten el poder de los partidos gobernantes y permitan el debate abierto con participación ciudadana.
Las plataformas ciudadanas surgen como necesidad organizativa vecinal de gentes afectadas, y concienciadas, para dar respuesta a problemas locales concretos, debido a las fuertes carencias democráticas del modelo de toma de decisiones que afectan a lo colectivo. Aportan la perspectiva del que sufre las acciones del poder, son agentes desenmascaradores de las ilusiones ópticas que venden aquellos que dicen trabajar por nuestro bien sin tener en cuenta lo que pensamos ni lo que sabemos por experiencia. Carencias que se manifiestan en el sigilo con que se aprueban proyectos urbanísticos, y en el ocultismo de las administraciones ante la demanda de información completa y veraz. Esta prepotencia está amparada por legislaciones crípticas, por la laxitud en el control de su cumplimiento y por la falta de instrumentos legales ágiles que limiten el poder de los partidos gobernantes y permitan el debate abierto con participación ciudadana.
Lo que diferencia a las plataformas de otras formas de organización que defienden intereses colectivos es su limitación espacio-temporal, la fuerte especificidad de la causa contra la que surgen, y una organización sin jerarquía que no excluye los liderazgos. Hoy por hoy, el movimiento ciudadano organizado en plataformas es la forma mas desinteresada y altruista de defensa del interés común. Es al doblar la esquina de la calle –de nuestra calle– cuando los ciudadanos y las ciudadanas nos sentimos afectados por las decisiones del poder político condicionadas por la todopoderosa razón económica
Las plataformas ciudadanas son la antítesis de los colegios profesionales, no se parecen en nada a los sindicatos, sean estos corporativos o de clase, y no se deben a ningún partido político aunque algunos intenten siempre capitalizar estas formas efímeras de organización social (a veces no tan efímeras). La crítica que mas les llueve es precisamente la de responder a intereses partidistas. Aunque son los partidos, los dos grandes sobre todo, los que practican su ninguneo con no pocas muecas públicas de desprecio.
En lo que se parecen todas las plataformas ciudadanas entre sí es en la raíz ambiental de las causas que defienden. La apropiación del territorio, del aire, del agua, de los recursos naturales, que, no lo olvidemos, son nuestra condición de posibilidad como especie sobre el planeta, por grupos con intereses crematísticos, está en el origen de estos movimientos ciudadanos. Los problemas medioambientales derivados de proyectos o actuaciones urbanísticas son, así, los que levantan mas sensibilidad. Por tanto, aunque las plataformas en general no tengan conciencia de que su causa lucha contra un modelo económico desarrollista, están del lado de la ecología.
El afloramiento de esta verdadera sociedad civil organizada, que lucha por un medio ambiente de calidad en su entorno más próximo y contra los intereses especulativos que se funden con los políticos, pone de manifiesto dos cosas. La primera, la incapacidad de los partidos de siempre para atacar de raíz la enfermedad degenerativa que padecemos, esto es, la negación de la participación ciudadana mas allá de los procesos electorales. Falta democracia real. La segunda, la centralidad del urbanismos destructivo en el modelo económico en que estamos insertos, y la adoración de la clase política de sus ofertas megalómanas sustentadas por el mito de que crecimiento económico es igual a desarrollo humano. Conceptos ambos que representan de facto una antinomia.
Hasta ahora, estos movimientos sociales no han decidido el voto hacia ningún partido, las causas ecologistas urbanas no han sido determinantes, y es que falta tejer la red entre ciudadanía activa y compromiso político. Movidas por un interés de proximidad, legítimo, no advierten la relación entre modelo económico, corrupción política, déficit democráticos y la causa que les afecta. En tiempos de deslegitimación de la política la tarea es complicada, pero el contexto socioeconómicos es favorable.”
Tras la manifestación convocada por DRY el 15M, muchas, muchísimas personas, proyectaron el valor de lo colectivo, el valor de la acción política real, el compromiso con los intereses comunes. El 15M representa, por un lado, el nexo de unión entre las luchas de causa de las plataformas ciudadanas, y por otro la elevación de los marcos de debate dirigida a la raíz sistémica de los problemas.
En el estado actual del 15M, las luchas de causa siguen siendo las de barrio, las inmediatas, pero todo el mundo interpreta que forman parte de algo más grande, algo que tiene que ver con la democracia y el modo en que se ejerce. Además se han asumido de un modo solidario y desinteresado causas de enorme calado social por la multitud de personas afectadas, como las acciones contra los desahucios, que reivindican la dación en pago, o ahora, la lucha contra la reforma de la constitución y por un referéndum.
En las asamblea del 15M se debate lo micro, como antes en las plataformas, pero ahora también lo macro, la economía, la fiscalidad, la cultura, la democracia, la memoria, el laicismo, la ecología,... Debate, debate, debate.
De un modo colateral y sin demasiados aspavientos, pues no es tema central en la mayoría de las asambleas del 15M se debate sobre la traducción política del movimiento 15M, si hay que votar en unas elecciones o no, si hay que formar un partido, si se apoya a los que no tiene representación o no. Es una búsqueda de respuesta a la tradicional pregunta de la izquierda, ¿qué hacer? Frente a la doctrina de la fe de la derecha, se impone en el 15M la búsqueda de respuestas mediante la reflexión y la duda. Revolucionario, sí.
El 15M supone un salto cuantitativo, son miles de personas las implicadas. Y un tremendo salto cualitativo. Supone el nexo de unión que la sociedad necesitaba para revitalizar la política como acción y reflexión o a la inversa. Se ha pasado de las luchas de causa, inconexas, a las causas de lucha, conexas. Se han recuperado los vínculos sociales.
Ya lo he dicho en otros post, vienen tiempos duros, pero hay motivos para la esperanza.