sábado, 29 de marzo de 2014

Al alba

Pido no me malinterpreten quincemistas e indignados irredentos. El 15M fue una ráfaga contra todo, estaba prohibido de facto (tácitamente) llevar o lucir símbolos políticos en las manifestaciones. Esto suponía las más clara manifestación del triunfo neoliberal, la fractura de nuestra memoria (si nada había existido ¿qué hacíamos allí?. La semántica y la etimología de los símbolos estuvo olvidada. Los elóganes que triunfaron del tipo "no nos representan" difuso, "somos el 99%" totalizador, dieron paso a la primera oferta en los mass media, el PP y sus 11.500.000 de votos. No culpabilizo al 15M de esto, ni mucho menos. Sé que supuso el primer paso para la repolitización, la emergencia surgió fruto de la visibilidad de la emergencia.

El sedimento de ese contra todo, se está manifestando políticamente en un voto declarado a UPyD, cuya dirigente se había adelantado al contra todo y al "ni de izquierdas ni de derechas", lo nuevo contra lo viejo, como si ella acabase de nacer.

A pesar de todo, creo que la esperanza vencerá al desencanto. Las marchas de la dignidad, a contrario, reconocen la lucha de clases, reconocen la existencia de la clase trabajadora (que ya no es en Europa la de casi todo el siglo XX ni mucho menos la clase obrera del XIX). Tendremos que encontrar el nombre preciso, tal vez las clases populares.

Las marchas de la dignidad reconocen las identidades territoriales.

Las marchas de la dignidad reconocen el feminismo como una de las grandes ideologías de emancipación.

Las marchas de la dignidad no ignoran la ecología como el lugar donde se amamantan los sueños de subsistencia digna. Las condiciones de causa que provocan las desigualdades y las sitúan sobre territorios concretos.

Las marchas de la dignidad no desprecian las organizaciones, ni el sindicalismo, ni los partidos. La semántica y la etimología de los colores y las banderas lo demostró.

Las marchas de la dignidad saben que no podemos consentir el estertor democrático programado.

Una de las canciones que sonó en la Plaza de Colón en Madrid fue Al Alba, de Luis Eduardo Aute, sonaron otras ancladas en nuestra memoria colectiva. Lo celebro con esta versión de José Mercé que el propio autor calificó de insuperable. ¡Abajo la indignación! ¡Viva la dignidad!

@marioortega