La dignidad recibió a la dignidad. Lo vivimos a corazón abierto. Aplausos, jaleos, vivas, preguntas, cánticos, respeto, alegría.
El pueblo de Madrid, estuvo en la calle recibiendo a los pueblos de España. El oso vistió la bandera republicana y en el madroño estalló la primavera. Una primavera con banderas de todos los colores, de todos los lugares y puntos cardinales, de todas las causas justas.
El viento era fresco y dulce, ni mucho ni poco. Marzo sopló en Madrid con la precisión de los besos.
Hermoso día para las banderas. Para la libertad. Miles y miles de banderas con la geografía de los sueños. Banderas de acá, banderas de allá, banderas que desplegaban "un ala de delicia." Banderas que gritaban, banderas que cantaban, nuestras banderas. Las banderas de nuestra clase, la clase de la dignidad.
Banderas como flores y personas como pétalos. Pétalos de las mareas de la sanidad, de la educación, de los servicios sociales. Pétalos de los campos, de las oficinas, de las fábricas. Pétalos de la España de Miguel Hernández.
Banderas que el pueblo de Madrid alentó como el que más. Es muy evidente que ni Aguirre, ni González ni Cifuentes representan a ese pueblo.
Quede aquí mi cumplido homenaje a quienes nos recibieron como ese viento fresco y dulce de marzo.