Se cumplen dos años de la entrada de Vox, el neofranquismo organizado como partido, en el parlamento andaluz. El resultado de las elecciones autonómicas del 2 de diciembre de 2018 permitió a la derecha partida en tres, PP (26) - Ciudadanos (21) -Vox (12), investir a Juan Manuel Moreno Bonilla presidente de Andalucía con los peores resultados del Partido Popular en la historia electoral andaluza. Cayeron treinta y seis años de gobierno ininterrumpido del PSOE desde 1982.
También esta primera semana de diciembre se cumplen cuarenta y tres años de la constitución de Andalucía como pueblo en las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. Las calles de las ocho capitales andaluzas junto con las de Barcelona, Madrid y Bilbao, respondieron en masa a la llamada del lema “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”. Dos millones de andaluces y andaluzas, la cuarta parte de las personas nacidas vivas, trabajaban, emigrantes, fuera de su tierra; un millón seiscientos mil en territorio español, casi un millón en Cataluña. Un éxodo de dimensiones bíblicas. En diciembre de 1977 las campanas de la historia andaluza repicaron de alegría fecundando la tierra para que el 28 de febrero de 1980 naciese el único pueblo político del estado español fruto de un referéndum constitucional en el que se ejerció el derecho a decidir. Cuarenta y un años después, el 2 diciembre de 2018 las campanas se acostaron con toque de ánimas.
Resumidamente tres son las causas de que el malestar que la sociedad andaluza arrastraba desde el inicio de la crisis de 2008, se manifestase en una configuración de voto impensable hasta el mismo momento en que se supieron los resultados de las elecciones de diciembre.
En primer lugar, en Andalucía nunca hubo bipartidismo. Los gobiernos de Susana Díaz fueron sumisos a los recortes del gobierno central sin plantar cara institucional desde el sur. La identidad del régimen del 78 que señaló la repolitización del 15M, tenía en Andalucía la faz monopartidista del viejo PSOE. Un partido afectado por el cáncer político y judicial de los ERES, cuya esclerosis se extendía por el tejido civil y empresarial andaluz. Las culpas del gobierno de Rajoy fueron en Andalucía las culpas del PSOE de Susana Díaz tras años de consolidación de una economía andaluza dependiente del turismo, la construcción y la hostelería a la que la crisis de 2008 afectó el doble que al resto del estado.
En segundo lugar, el principal frente del PSOE contra lo que supuso la irrupción de Podemos lo dirigió el susanismo. Podemos, el agente que desestabiliza el bipartidismo en España, que tradujo a la política institucional las demandas quincemayistas, fue para la entonces presidenta Susana Díaz más enemigo que la propia derecha económica neoliberal anidada en gobierno de Rajoy. Por eso, viendo venir en 2014 el huracán Podemos, convocó elecciones anticipadas en marzo de 2015 con objeto de frenarlo en el territorio más desfavorable para las aspiraciones de tomar los cielos, Andalucía, donde la conciencia de izquierdas y andalucista, que había cobrado forma política e institucional entre diciembre de 1977 y febrero de 1980, fue aprovechada por el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra para ganarla y adormecerla poniéndola al servicio del poder económico español y de la monarquía juancarlista, como bien se está revelando estos meses. Susana Díaz consiguió su objetivo, limitar la potencialidad de cambio de Podemos Andalucía, pactando su investidura con Ciudadanos. Conocida es la deriva derechista del PSOE andaluz que sacó a Pedro Sánchez de la secretaría general y lideró la abstención del PSOE en el Congreso de Madrid para que el PP Gürtel siguiese gobernando.
En tercer lugar, la idea estratégica de fundar la coalición electoral Adelante Andalucíade cara a las elecciones del 2 de diciembre de 2018, heredera, en una percepción de onda larga, de la constitución de Izquierda Unida - Los Verdes - Convocatoria por Andalucía que llevó a Julio Anguita a obtener los mejores resultados históricos de la izquierda en Andalucía y España, al intentar romper la exclusiva identificación de la izquierda progresista andaluza, e incluso andalucista, con el PSOE, aunque aguantó muy bien la previsible caída electoral del espacio de Unidas Podemos que seguía siento atacado por el triángulo de las cloacas, fue incapaz de recoger la diáspora de voto que del PSOE se fue hacia Ciudadanos y la abstención, imposibilitando una posible mayoría parlamentaria que bloqueara la irrupción de la derecha en el gobierno andaluz. El “con Susana ni muerta” de Teresa Rodríguez que resonó durante la campaña electoral que lideró, junto con Antonio Maillo, acabó siendo un inhibidor de transferencia de voto del espacio electoral del PSOE andaluz al espacio de cambio que había sumado al andalucismo. La participación electoral bajó respecto de las elecciones de 2015 más de un 5% y afectó substancialmente al voto progresista y de izquierdas que se quedó en casa.
Las tres causas descritas, el malestar social fruto de la derechización del PSOE andaluz simbolizada en el momento cumbre en el que Susana Díaz se suma al “a por ellos” de las derechas, que luego se citarían en Colón, la enemistad estratégica manifiesta entre Susana Díaz y Teresa Rodríguez, junto con la percepción del electorado progresista y de izquierdas de que el voto del cambio por la izquierda no acabaría sentándose en el gobierno, abonaron las condiciones propicias para que por primera vez la derecha gobernase Andalucía.