Anda el patio político local dando vueltas sobre el eje Málaga/Sevilla, esa metáfora ideada por sus respectivas alcaldías para proyectar una imagen de futuro cooperativo y compartido. Y anda nuestra clase política dominante, gruñona contra Sevilla y servil ante Madrid o viceversa según los tiempos y quien mande donde, intentando colgarse de ese eje antes de que de vueltas a tal velocidad que ya sea imposible subirse al columpio.
Pero el problema no es de ahora. Granada, la ciudad andaluza por excelencia, lleva ya gobernada muchos años por políticos serviles a Sevilla, gruñones a Madrid y agraviados ante Málaga, o a la inversa, y ese columpio es el único sobre el que viene girando la política granadina desde hace ya unos decenios. Recuerden expresiones del tipo “queremos un metro como el de Madrid” o “un AVE como el de Málaga” o “que no se lleven a Sevilla el dinero de la Alhambra,” arrojadas por “líderes”, entre comillas, de los unos y de los otros.
Aquí, que vivimos de las rentas de imagen moras de la Alhambra y el Albayzín, de las de aquella Madraza de Yusuf primero que luego fue Universidad, y del patrimonio simbólico de Sierra Nevada y la vega de Granada, que destruimos cada vez que se nos ocurre un nuevo proyecto, parece que lo que ahora toca es hablar de sumarnos (o no) al eje Sevilla / Málaga.
¿Es que no tiene Granada gente, ideas e identidad propia como para tejer una red de proyectos con futuro que aten conocimiento, cultura, industria, producción agraria y turismo y la saquen de la abulia de mirar como dan vueltas los ejes de los demás?