Se presenta este septiembre con nuevas historias de viejos problemas y viejas historias con nuevos problemas. Locales y globales.
Salpican los noticiarios con relatos e imágenes de personas que huyen de las guerras en lugares que en el siglo XXI ya no podemos llamar remotos.
Vemos que los informativos destacan la inmigración y las demandas de refugio y asilo como un problema europeo, lo es, sí, pero olvidan, olvidamos, la referencia destacada a las causas profundas de los conflictos, del hambre y de la ausencia de futuro vital. Resulta obsceno ver a Merkel y Rajoy discutir sobre las miserables cifras de refugiados que podemos admitir, sin una sola reflexión política sobre las cuestiones de fondo. Ahora la desigualdad crece en Europa al tiempo que el mediterráneo es un vertedero de esperanza y muerte. La apropiación de los recursos naturales, minerales, agrarios y energéticos, por parte de elites económicas y políticas está en la raíz de la destrucción de la democracia, el modelo energético de los combustibles fósiles está en la raíz de un cambio climático que azota África y disminuye cosechas mundiales.
A un tiempo que la parte más moralmente buena de la población reclama humanidad en Europa ante las tragedias, se nos aparece Granada en la prensa global porque en el bellísimo y turístico Corral del Carbón se ha impedido a una madre dar la teta a su churumbel. Corren las autoridades competentes a decir que nunca más volverá a ocurrir.
De lo local a lo global debemos reclamar que nunca más ocurra el éxodo de personas porque no pueden vivir en su tierra, entre tanto sólo la solidaridad con el dolor nos hace humanidad como esa madre amamantando a su hijo.