domingo, 6 de diciembre de 2015

Granada ante el cambio climático


Es sabido, uno de los lemas más conocidos del movimiento ecologista es “piensa global, actúa local”. El cambio climático, notable a escala local, es el producto del calentamiento global. Este año 2015, como en años anteriores, se están batiendo los récord históricos de temperaturas medias; aquí en Granada no hay más que ver la miserable cantidad de nieve natural que tiene Sierra Nevada. Lo hemos vivido otras veces.


Las altas temperaturas medias, los inviernos cada vez más cortos, los otoños primaverales, las primaveras veraniegas y los veranos saharianos son muestra de que la curva de precipitaciones anuales cae lustro a lustro. Más calor y menos agua -muchas veces torrencial- significa menos productividad agraria. Productividad agraria que, por otra parte, está aguantando devorando e hipotencando el futuro por la vía de crédito monetario para infraestructuras extractivas de aguas subterráneas, agroquímicos, fertilizantes, mecanización y transporte, todo ello alimentado con energía que en última instancia es mayoritariamente procedente de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas).

En una espiral irracional comemos verduras criadas con petróleo igual que vemos gigantescas alfombras de nieve en Sierra Nevada fabricada a base de seguir emitiendo toneladas de CO2 a la atmósfera. Tal es la ceguera sobre la que se desarrollan los procesos en nuestro modelo productivo.

Por centrarme en Granada, las principales afecciones y riesgos del calentamiento global acelerado son la subida del nivel del mar acompañada de fenómenos meteorológicos localizados y virulentos: riadas, destrucción de playas e infraestructuras litorales; episodios de alta concentración de medusas, episodios de temporadas tórridas, disminución de las pesquerías, reducción del aporte de materiales orgánicos e inorgánicos a las vegas y playas por disminución de los caudales de los ríos (fenómeno agravado por la construcción de grandes presas a escasos kilómetros del mar, como la del Rules). Fácilmente puede deducirse que el cambio climático afecta fundamentalmente a dos de los sectores productivos más relevantes para Granada, el turismo y la agricultura.

Indudablemente es preciso un acuerdo político de obligado cumplimiento a escala planetaria para evitar la irreversibilidad del cambio climático, no superar las 450 ppm de CO2 atmosférico y limitar el aumento de la temperatura media global en 2 grados, pero este acuerdo por la propia naturaleza del mismo sólo puede ser de mínimos, y en cualquier caso beneficiará a quienes ostentan el poder en la actualidad que bajo ningún concepto firmarán un cambio de modelo productivo en el que pierdan el control de la situación, esto es lo que está en juego en la cumbre de París, Conferencia de las Partes auspiciada por naciones Unidad, COP21.

Ahora bien, volviendo a lo local, qué se puede hacer a escala provincial para defendernos del cambio climático, luchar contra él, y crear las condiciones para apalancar nuestra economía sobre el empleo y la productividad real, disminuir el gasto sanitario y evitar futuras urgencias económicas para abordar las seguras catástrofes meteorológicas que vendrán. Desde luego no caer en el buenismo de decir que con el cambio de las actitudes y gestos individuales se podrá afrontar tan dramático asunto. Esto es una forma de descargar la culpa sobre la población al tiempo que el poder político elude su profunda responsabilidad en el asunto.

El movimiento ecologista social y político lleva años en Granada, no sólo advirtiendo de las consecuencias, sino planteando medidas, proyectos y acciones concretas, fruto del conocimiento, la ciencia y las experiencias en otros lugares. Se alargaría demasiado este texto si pretendiese ser un programa de acción. Resumidamente se trata de aprovechar lo que ya se sabe y lo que ya está tecnológicamente probado para reconducir las fiscalidad municipal y la inversión municipal hacia políticas de energías renovables, ahorro y eficiencia energética, promover desde el municipalismo la ampliación de los espacios naturales protegidos, reforestar, recuperar y proteger ríos, riberas, acequias y acuíferos, proteger los espacios productivos agrarios, promover la agroecología, la transformación local y el comercio de proximidad, limitar el uso del automóvil en los desplazamientos metropolitanos, crear redes de proximidad de trasporte público limpio, accesible y barato, ablandar la ciudad y hacerla más verde, más árboles, más bioclitamismo, más parques, más peatonalización, más bicicletas; introducir clausulas ambientales en los contratos públicos, favorecer las empresas y cooperativas locales y un largo etcétera.

El ecologismo sabe ya lo que hay que hacer, los observatorios que hay que crear no son para que hagan estudios, para eso están los equipos de investigación, es para que evalúen con indicadores adecuados la efectividad de políticas concretas contra el cambio climático. Para que nos digan como evoluciona la salud, el empleo, la biodiversidad, la economía local, por ejemplo.

Terminaré con otro lema ecologista: “luchar contra el cambio climático es más barato que afrontar el coste de sus consecuencias”.

Publicado en Loco por incordiar, www.elindependientedegranada.es el 1 de diciembre de 2015