miércoles, 19 de octubre de 2016

Contra la equidistancia


Vengo leyendo los artículos de opinión de firmas tradicionales de la izquierda o partidarias de la izquierda del PSOE e, incluso, de la izquierda de la izquierda, con la expectación desde el segundo uno,  a ese párrafo que suele aparecer en medio de la crítica a las políticas ejecutivas y ejecutoras del PSOE, que suena como un latigazo contra Podemos por cosas superfluas o, directamente, por no dejar gobernar por la cara al PSOE con Ciudadanos tras el 20D. Como si cinco millones de votos, casi los mismos que el PSOE entonces o tras el 26J, hubiesen sido para seguir el trágala del régimen del 78.


Conste que ese expectante párrafo, a veces velado y sutil, lo he llegado a leer en gente de cariz podemita, o al menos eso hacen ver. Es el párrafo que certifica una posición equidistante. Caña pal PSOE caña pa Podemos.

Ese personal con vitola de izquierdas, que ejerce de opinólogo en abundante prensa, que insiste, criticando lo que va a hacer el PSOE ahora, dejar gobernar a la misma esencia de la corrupción y el neoliberalismo causante del dolor de masas, y reparte culpa equidistante a Podemos por su arrogancia (lo que yo llamaría arrojo), no sólo no hace favor al cambio, lo tapona. Ese personal, curiosamente, podría ser militante del PSOE ala izquierda o de IU ala antigua o modernizada o abierta o simplemente brazo de maquillaje de diversidad para cualquier medio de comunicación. No parece haber percibido que el medio ya no es agua, que vivimos rodeados de espesa grasa.

Tiene la equidistancia un aroma seco y una apariencia elástica y pegajosa. Engaña. Con un pavoneo de centrismo es la forma más sibilina de tomar partido extremo. Hay tanta cara de bondad en la equidistancia como sumisión a lo que se nos viene encima. Es como un por si acaso el PSOE recrece mejor repartir queja a toda la izquierda por igual. Un imposible.

En un alarde de ilusión para echar al PP nos insistían demasiados opinantes y muchos "manifiestantes", algunos incluso ya acuchillados varias veces por el régimen del 78, como el exjuez Baltasar Garzón, sobre la bondad de un pacto de equidistancias. Dejar gobernar a Sánchez con los votos de Ciudadanos y Podemos.

¿Cómo se han quedado los adalides de la equidistancia, que situaban al PSOE en el centro, entre Ciudadanos y Podemos para salvar la patria echando al PP? Con la cara a cuadros tras aquel sábado uno de octubre de dos mil diez y seis en el que las navajas de Ferraz trincharon la carne para seguir dando de comer a un régimen que quiere seguir engordando a nuestra costa.

Muera la equidistancia, la oposición es nuestra.