INDEGRANADA
Escribo este breve texto para saludar el cambio de rumbo en el gobierno de la ciudad en lo que a la apreciación de la bicicleta se refiere. Pensar en la bici como medio de desplazamiento urbano y metropolitano es bueno, eso es ya incuestionable. No sólo es bueno, si no que es indicador de municipios con democracias avanzadas. Se acabaron los tiempos en los que un alcalde con espiocha se dedicó a destruir un camino zaidinero para la bicicleta. Nunca maís.
Dicho esto, desde este privilegiado espacio de El Independiente de Granada, me gustaría advertir de varias cosillas. La primera es que este nuevo gobierno municipal debería presentar un plan global para el uso de la bici en la ciudad y su interrelación con el área metropolitana, y evitar el anuncio de actuaciones parciales, por muy buenas que le parezcan a él o muy malas que le parezcan a otras partes.
La segunda es que el nuevo gobierno municipal debería pensar en mecanismos de participación ciudadana mucho más democráticos que reunir a cuatro o cinco asociaciones relacionadas con la movilidad en una mesa para ver si les parece mal o bien un proyecto concreto, que también. Hay más sociedad y está afuera. Cada asociación tiene sus legítimos fines, pero ninguna puede arrogarse la representación de la sociedad, mucho menos la representación de la verdad.
La tercera es que este nuevo gobierno municipal no debe caer en la trampa de un debate perverso como el de carril bici sí o carril bici no. Ese no es el debate que interesa a la ciudad. Habríamos de pensar qué es lo que necesitan las mamás y los papás para llevar con tranquilidad a sus hijos en bicicleta a las escuelas infantiles y los colegios de infantil y primaria; qué necesitan los chavales y chavalas para ir a sus institutos y universidades en bici sin riesgo de ser atropellados por un coche o una camioneta, y sin entorpecer el caminar de peatones, habríamos de pensar qué necesitan las mujeres (sí, las mujeres, porque son las que principalmente hacen vida en los barrios haciendo la compra y otros menesteres,) para desactivar el estrés que produce usar la bici un día y ver como el motor de un coche ruge detrás aún teniendo limitada la velocidad a 30. Habríamos de pensar en nuestras personas mayores y sus itinerarios preferentes, a las que el uso de la bicicleta les vendría bien para casi todo menos si les pasa un autobús a un metro.
Pensado eso y un poco más, ya podemos hablar de si necesitamos infraestructuras acá o allá, pinturas de vías en calzadas, carriles bidireccionales, espacios compartidos, puntos de intercambio de sistema de movilidad, aparcabicis o cualquier otra cosa o ninguna.
El debate sobre el uso de la bicicleta tiene una componente inicial ideológica, vencida ésta, y extendido el uso del mejor medio de movilidad urbana en las distancias cortas, la práctica hace que hasta sus detractores acaben usándola. Viene bien a todo el mundo, incluso al mundo del comercio local de proximidad, que apoyándola puede luchar contra el efecto atractor del vehículo de los grandes centros comerciales.
Mientras hay quienes quieren pelarnos entre sus verdades absolutas, otros calculan inversiones ciento millonarias de nuestro dinero público para facilitar el acceso del coche a un gran centro comercial Nevada originalmente ilegal, y al que la federación de comerciantes acusa de destruir siete mil empleos en las economías locales.
Nos quieren llevar al sí contra el no o el no contra el sí, no aceptemos lo simple donde los extremos acaban uniéndose. Hay una multitud de puntos óptimos que aparecen en la falla que produce el choque de la discordia.
Bicicletas en las calles y uves verdes como valles, por lo demás no me encontrarán en un rifirrafe que sólo alimenta el humo de esta contaminada ciudad.