El discurso de fin de año de la presidenta en funciones Susana Díaz ha sido un intento de ocultación de dos verdades demostrables en cifras. La primera es que el periodo de gobiernos del PSOE andaluz con la Sra. Díaz como presidenta ha sido, en términos de calidad de los servicios públicos y de indicadores objetivos de bienestar social, el más degenerativo de la historia de Andalucía desde la llegada al poder en el año 1982 del partido que hegemonizó el voto de izquierdas andaluz.
La segunda verdad es que la ultra derecha, la derecha y el fascismo a los que señaló en el discurso, con verdad, como los verdaderos peligros para Andalucía porque albergan un proyecto involutivo en lo social y lo democrático, han ganado en Andalucía por su exclusiva culpa.
Lo que están diciendo los estudios postelectorales del 2D andaluz es lo que venimos diciendo desde el día después con solo observar las cifras macroscópicas de los porcentajes de voto y abstención del dos de diciembre de 2018 comparándolas con las del 22 de marzo de 2015. La pulsión electoral más potente que determinó el voto fue evitar que el PSOE de Susana Díaz pudiese seguir gobernando la Junta. Esa pulsión se manifestó, en grandes números, de dos maneras. Por un lado, no votando, por parte de una izquierda hastiada de susanismo a la que Adelante Andalucía se le presentaba como un imposible que solo iba a poder volver a sostener a Díaz, y por otro, desplazando en términos netos voto hacia la derecha del PSOE a C´s y del PP a Vox.
Lo ocurrido es, para la democracia y la justicia social, fatídico, pero objetivamente, calculado a posteriori, era la forma más probable de desalojar a Díaz del gobierno. Téngase en cuanta que en Andalucía no hubo nunca bipartidismo, sino monopartidismo absolutista. Otros resultados con mayoría parlamentaria de PSOE-A y Adelante Andalucía hubiesen mantenido a Susana Díaz en el poder dada la altísima improbabilidad de que Adelante adelantase en escaños al pesoe (lo escribo así en minúsculas y dos es a propósito). Esta es la causa fundamental de la retracción del voto de progresista de cambio. Siempre se desplazó hacía el pesoe ante la llamada del voto útil y esta vez hacia la abstención asumiendo que desplazarse a Adelante Andalucía era inútil para desalojar del gobierno por la izquierda a un pesoe andaluz completamente derechizado.
Esta fuga de voto hacia la derecha y la abstención se fue por las cañerías de vaciamiento de voto del pesoe que abrió la propia Susana Díaz durante toda su etapa de presidenta del gobierno de Andalucia y secretaria general del pesoe andaluz, alejándose de la izquierda, dando credibilidad a Ciudadanos en su alianza de legislatura, situando a Vox en el centro del debate durante la campaña electoral, al tiempo que despreciando y “criminalizando” a Podemos desde aquellas declaraciones exultantes la noche electoral del 22 de marzo de 2015 en las que afirmó “he parado al populismo” tras despreciar a IU y convocar elecciones anticipadas para evitar un mayor crecimiento de Podemos.
Con este historial de destrucción del voto de izquierdas y progresista andaluz la todavía presidenta en funciones, ayer en su discurso de fin de año, se atrevió a vacilar al pueblo andaluz, impasible el ademán, de su gestión y a advertir de los peligros de los que ella misma es la principal culpable política. Si no se va antes de las elecciones municipales, si tarda mucho en irse, Sánchez, el PSOE andaluz y, colateralmente la izquierda y el progresismo andaluz, tendrán un problema de profunda credibilidad que afectará a sus imagen política y resultados en toda España.
Tal vez por eso lo poderes del IBEX35, a los que tan bien sirvió, no le vayan a ofrecer pronto una puerta giratoria, en la esperanza de que su resistencia numantina siga sirviendo para reducir las posibilidades de mayorías progresistas en España.
Esta fuga de voto hacia la derecha y la abstención se fue por las cañerías de vaciamiento de voto del pesoe que abrió la propia Susana Díaz durante toda su etapa de presidenta del gobierno de Andalucia y secretaria general del pesoe andaluz, alejándose de la izquierda, dando credibilidad a Ciudadanos en su alianza de legislatura, situando a Vox en el centro del debate durante la campaña electoral, al tiempo que despreciando y “criminalizando” a Podemos desde aquellas declaraciones exultantes la noche electoral del 22 de marzo de 2015 en las que afirmó “he parado al populismo” tras despreciar a IU y convocar elecciones anticipadas para evitar un mayor crecimiento de Podemos.
Con este historial de destrucción del voto de izquierdas y progresista andaluz la todavía presidenta en funciones, ayer en su discurso de fin de año, se atrevió a vacilar al pueblo andaluz, impasible el ademán, de su gestión y a advertir de los peligros de los que ella misma es la principal culpable política. Si no se va antes de las elecciones municipales, si tarda mucho en irse, Sánchez, el PSOE andaluz y, colateralmente la izquierda y el progresismo andaluz, tendrán un problema de profunda credibilidad que afectará a sus imagen política y resultados en toda España.
Tal vez por eso lo poderes del IBEX35, a los que tan bien sirvió, no le vayan a ofrecer pronto una puerta giratoria, en la esperanza de que su resistencia numantina siga sirviendo para reducir las posibilidades de mayorías progresistas en España.